“No queremos ponerle puertas al campo, sino que se cumpla con la legalidad”, taxistas de Málaga

Distintos trabajadores del sector reflexionan sobre el papel actual de la profesión, su relación con las VTC y una puesta al día que “comienza a notarse”

MÁLAGA. MÁLAGA HOY. JUAN A ROMERA FADÓN.- El movimiento de la parada de taxis de calle Córdoba comienza a hacerse latente en la mañana del lunes. La semana laboral ha comenzado hace apenas unas horas. Apoyados en la pared del Hotel Castilla Guerrero descansan dos conductores, esperando a que les llegue su turno de recoger a algún cliente y llevarlo al lugar indicado. Mantienen una conversación distendida. En el aire sigue la noticia de que Uber ha ampliado sus servicios en Málaga: más de 200 kilómetros en la Costa del Sol y Cádiz en los que la presencia de la compañía de coches de alquiler con conductor será latente. Al salir el tema a debate, uno de ellos prefiere guardar silencio. Se muestra molesto al principio: “Estamos muy quemados con todo esto”, asegura.

A.J., que está a su lado, lleva trabajando 15 años como taxista. Denuncia la desigualdad en el nivel de exigencia que se plantea entre ambos modelo. Controles anuales, seguros, ratio de actuación… “No nos tratan igual, nunca he visto a un local pidiendo licencias a un Uber o haciendo algún tipo de revisión rutinaria”. Tampoco en el aeropuerto, donde asegura que no respetan los límites que tienen establecidos. Interrumpe su compañero brevemente el silencio: “Allí nunca hay policía, ni para ellos, ni para nosotros”. A.J. asiente con la cabeza.

Sin embargo, en la planificación de la Policía Local que desde jefatura se desarrolla aparece la presencia de un servicio en la T2 del aeropuerto contra el intrusismo de las VTC y los taxis piratas. “Con la vuelta del turismo, trabajamos para evitar estas situaciones”, comentan desde el área de seguridad. A.J. denuncia que por las noches es habitual verlos incluso en las paradas de taxistas, recogiendo a los jóvenes que salen de los bares tras haber estado de fiesta. “¿Los has visto?”, “¡Hombre, por favor! Tan fácil como ir un sábado a la Merced o calle Álamos”.

En los meses del confinamiento duro (marzo y abril de 2020), llevaron a la gente al Mercadona, a los hospitales o “donde hubiera hecho falta”. “Y lo volveríamos a hacer encantados”, afirma con rotundidad, “¿pero dónde estaban entonces los VTC? Esa es la diferencia entre hacer un servicio a la comunidad o a una multinacional”. Su compañero asiente con la cabeza mientras sigue explicando: “Durante semanas, tan solo íbamos con guantes. En el grupo de WhatsApp de taxistas recibíamos mensajes que decían “Paciente, hospital Clínico, coronavirus”.

ASEGURAN QUE, EN FIN DE SEMANA, SE PUEDEN VER VTC RECOGIENDO CLIENTES EN PARADAS DE TAXI

Entre las quejas que este taxista tiene con respecto a las VTC están los precios. La relación oferta-demanda que rige compañías como Uber o Cabify ha provocado situaciones como la que vivió en Nochevieja: “Una señora me contó que le pedían 40 euros por un trayecto por el que yo le iba a cobrar 12. Al entrar en el coche me dijo ‘estoy aquí otra vez, vuelvo con vosotros’”. No es el único caso que relata. Hay turistas que cuando conocen la tarifa responden: “Only?”. “Se piensan que les vamos a timar, y eso no es así. Este sector ya no es igual que hace 30 años. Aquí hay gente preparada, con estudios, con idiomas. Esa imagen del taxista de los años 70 ha desaparecido”. Aun así, se muestra optimista con respecto a lo que se vive en otras ciudades. “En Málaga sigue habiendo cultura del taxi. En Madrid, en cambio, se lo han cargado”.

En la estación de trenes María Zambrano se encuentra Jesús A. Lleva cuatro años trabajando en el sector; su comienzo en la profesión coincidió con la huelga de taxistas que en 2018 llenó de coches blancos el Paseo del Parque. Explica que la cultura de las aplicaciones de VTC está más extendida por Europa, ya sea porque el taxi allí “es muy caro” o por el desarrollo tecnológico de las aplicaciones, y eso les hace partir en desventaja. “Creen que los taxistas no les decimos la verdad, que les vamos a llevar por rutas más largas y al final desconfían”.

El concepto generacional se presenta como algo clave. El mayor de los compañeros que está junto a él toma las riendas de la conversación e incide en que el problema VTC-taxi sigue existiendo porque “nadie tiene narices de arreglarlo”. Alega falta de controles y de vigilancia, y antes de terminar la frase, se marcha. Acaba de llegar un tren y los potenciales clientes empiezan a asomar por la puerta.

“EN MÁLAGA SIGUE HABIENDO CULTURA DEL TAXI, AUNQUE EN MADRID SE LO HAN CARGADO”

Jesús Báez es el portavoz del Grupo de Movilización del Taxi en la Costa del Sol. Coincide en que la modernización ha sido un factor clave en el desarrollo del taxi, pero realiza un matiz al respecto, y es que esa puesta al día no se ha producido a raíz de la llegada de estas empresas, sino que es algo que llevaba gestándose desde hacía “un lustro o una década antes”. El control de flotas a través del GPS era una herramienta fundamental en el día a día de los conductores, “solo que era algo interno”. Además, rechaza la idea que desde las multinacionales se vende sobre “desplazamiento sostenible”: “La mayoría de los vehículos que usan son diésel. Si te vas un día a la puerta del Vialia vas a ver que todos los taxis nuevos son híbridos, Toyota Prius Plus”.Todas estas mejoras no han podido implementarse con la celeridad que exige la ciudad por “las trabas burocráticas”. Se lamenta de que esa renovación que empezó hace años se esté comenzando a mostrar ahora: “Nosotros no tenemos grandes departamentos de marketing, ni de comunicación. Solo somos pequeños autónomos. Quizá no nos lo han puesto fácil, pero tampoco hemos sabido hacerlo mejor”. Entre esos vacíos comunicativos, existe una cuestión desconocida para la mayoría de la gente que Jesús Báez considera fundamental: los seguros: “Nuestro seguro de responsabilidad civil del vehículo ofrece la máxima seguridad. A ellos, con uno menor, les vale. Yo pago 1.900 euros al año, y tengo 32 años de carné y ningún accidente. Compañeros míos más jóvenes, con 26 o 27 años, están pagando entre 3.000 y 4.000 euros. Es que, con estos datos, no pueden vender que son lo mismo, porque no es verdad”.

Las licencias de VTC han crecido exponencialmente en los últimos años. Según datos presentados por Guillermo Díaz, presidente de la principal asociación de taxistas Aumat, en 2020 había 1.884 autorizaciones; 1.650 el año anterior y 1.184 en 2018. Las VTC arrancaron en la ciudad en 2015 con 700 licencias. La estadística más reciente del Ministerio de Transporte, a fecha del 1 de junio, reduce a apenas 1,3 la proporción de VTC por cada taxi en territorio malagueño, una cambio que desde hace dos años y medio llevan solicitando al Ayuntamiento y la Junta.

SE QUEJAN DE LA DIFERENCIA DE TRATO A LA HORA DE PASAR LOS CONTROLES TÉCNICOS

Alejandro Espinosa lleva ejerciendo la profesión desde hace 16 años. Explica que, cada vez que el sector organiza una huelga, lo primero que hace es ponerse en el lugar del cliente y preguntar: “¿Qué imagen estamos dando?”. No pertenece a ningún sindicato ni asociación porque cree que “no les defienden muchas veces como deberían”. Pese a esto, entiende que hay una situación de desigualdad entre las VTC y su profesión. Desde que el coche se matricula, tienen que pasar una revisión en la ITV cada año y, después de los cinco años, cada seis meses. Tampoco tienen controles del Ayuntamiento porque no son un organismo municipal y, especialmente, denuncia el descontrol que hay en la flota: “Nosotros somos siempre los mismos, pero nos encontramos con una ampliación de vehículos en función de los eventos que hay en la ciudad. Y no viene el chófer que está allí, sino que contratan al personal aquí. De hecho, en internet hay muchas ofertas de estos trabajos temporales”.

Sigue apostando de forma fehaciente por la unidad dentro del gremio y por la comunicación. Relata cómo, hace unos días, recibió en su grupo de WhatsApp el tuit de un usuario que, tras haber finalizado la carrera, elogió el servicio de su compañero tras rechazar el uso de una VTC por el precio que le pedían: “Y eso es fruto del desconocimiento o la incertidumbre. Necesitamos una aplicación a nivel nacional fuerte”. Espinosa considera que hay una desigualdad de trato porque, mientras Uber va a poder operar en esos 200 kilómetros del litoral, ellos tienen acotada su zona de actuación a su municipio. “Semanas atrás llevé a una mujer a Almuñécar y me pidió que, a la vuelta, fuera a recogerla para dejarla en el aeropuerto. Le dije que no podía recoger a nadie fuera de mi ciudad. Al menos se ve que le caí bien”.

Alejandro Espinosa: “Siempre me pongo en al piel del cliente”.

Alejandro Espinosa, en la parada de taxis de María Zambrano

Alejandro Espinosa, en la parada de taxis de María Zambrano M.H.

Alejandro lleva 16 años trabajando como taxista. Estudió marketing y, tras unos años en una cadena hotelera, comenzó ayudando a su padre, propietario de licencia. Al poco tiempo enfermó y tras unos años malo, acabó falleciendo. En su historia personal reside el cariño que le tiene al mundo del taxi: “Me duele cuando veo a compañeros que no respetan la profesión o no dan el trato que el cliente merece, aunque he de decir que cada vez son menos. ¿Que si es un trabajo que me guste? La verdad es que no me encanta llevar a la gente a los sitios cuando se lo están pasando bien y no siempre te sientes realizado, pero he de decir que tiene sus cosas buenas. Si eres ordenado, te marcas unas pautas, y te organizas, es un trabajo cómodo que económicamente tiene sus ventajas”.

Pone como ejemplo de ese desconocimiento general la tarifa de precios: “Entre un 80% y un 90% de las carreras que realizo de día tienen un precio inferior a los seis euros. La gente alucina cuando les digo que llevo una hora esperando para un trayecto de cinco euros. Por ejemplo, si quiero rondar los nueve o diez euros tengo que recorrerme prácticamente Málaga de punta a punta. Y que la gente no sepa que nuestros precios son tan baratos es culpa nuestra, porque no hemos sabido comunicarlo”. El desarrollo de Apps relacionadas con el taxi se ha convertido en una constante. No siempre tienen el mismo tirón, ni la misma popularidad, incluso la utilidad de las mismas “va fluctuando” por periodos, generando una situación de caos para el usuario que opta por opciones fijas y conocidas.

Jesús Báez: “Nos hemos acabado los ahorros durante la pandemia”.

Imagen de archivo de Jesús Báez, taxista y escritor

Imagen de archivo de Jesús Báez, taxista y escritor JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

Durante el confinamiento, el único sonido que rompía la monotonía del silencio eran los aplausos a las ocho de la tarde. Un homenaje diario que pretendía animar y reconocer el trabajo que los profesionales sanitarios estaban desarrollando en el frente de combate. Pero no eran los únicos. Jesús Báez reivindica el papel que llevaron a cabo los taxistas durante los meses de marzo y abril del 2020: “Nosotros hemos llevado a médicos a los hospitales. Pero también pacientes. Por línea interna recibí muchos mensajes con el mismo estribillo: ‘Recoger cliente. Calle tal. Destino, Clínico. Observaciones, paciente positivo covid’. Y lo hacíamos, primero porque estábamos obligados; y segundo porque somos un servicio que tiene una responsabilidad moral con la ciudad. Cuando yo recibía esos mensajes, siempre me preguntaba ¿ahora qué hago? ¡Pues hacerlo!, porque no tenía otra opción. Entretanto, las empresas VTC cesaron su actividad”.

Al igual que el resto de empresas, el taxi también ha sufrido las consecuencias de esta crisis: “Nos hemos fundido los ahorros. Puedes preguntarle a cualquier taxista porque es algo que nos ha pasado a todos. Nosotros no somos ricos, como se decía antiguamente. Poco más de mileuristas, con muchos gastos, meses buenos en verano y duros en invierno. Y si te viene una pandemia por medio, te acabas puliendo los ahorros”. Compañeros de Jesús dicen que es la persona idónea para defender el sector por “su sensatez y su capacidad” para transmitir las proclamas a las instituciones.

En varias ocasiones, Báez insiste en la misma idea: “No estamos en contra de la modernidad ni queremos ponerle puertas al campo, sino que se cumpla con la legalidad. Nuestra crítica nunca va dirigida a los conductores de VTC, porque ellos también son parte perjudicada. Por supuesto, no queremos que se reduzcan los estándares en los controles de calidad, sino que se igualen del mismo modo para todos”.