Trias da largas al carril bus-moto que defiende el PP

* El gobierno votará no a la medida este jueves porque quiere abordarla en un grupo de trabajo con todos los estudios en mano

BARCELONA. LA VANGUARDIA. ÓSCAR MUÑOZ.- El equipo que dirige Xavier Trias no quiere correr más de la cuenta en la creación del carril bus-moto que plantea el PP. Este último grupo, según anunció ayer, presentará este jueves en la Comisión de Seguridad y Movilidad del Ayuntamiento una proposición normativa para autorizar la circulación de motocicletas y ciclomotores por los carriles bus. El gobierno municipal, según explicaron a este diario fuentes de la alcaldía, votará en contra porque considera que el asunto debe abordarse en un grupo de trabajo específico que tendrá en cuenta los distintos estudios que se han hecho y que se van a elaborar al respecto. Así las cosas, el cambio, si es que finalmente se produce, deberá esperar. Aunque, a medida que pasa el tiempo, crecen las dudas en el gobierno sobre si es una solución adecuada, por el temor a que pueda provocar accidentes. Un hecho parece incontestable: los actuales carriles bus de Barcelona son estrechos.
La medida, defendida por el grupo que lidera Alberto Fernández Díaz, ya fue presentada en el 2007, cuando Jordi Hereu era alcalde, en forma de proposición normativa, puesto que requería la modificación de una ordenanza municipal –la de circulación– y fue rechazada. Este jueves, los populares volverán a hacerlo con idéntico formato y se someterá a votación para su aprobación inicial. Así las cosas, los grupos políticos tendrán que tomar partido. CiU, que pilota en solitario el Ayuntamiento, requiere de los populares para sacar adelante los presupuestos del 2012. Dar luz verde a una medida como esta podría formar parte del acuerdo final sobre las cuentas de la Casa Gran.

Cuando estaba en la oposición, Trias ya mostró su simpatía con este cambio de la ordenanza. Pero, ya como alcalde, ha defendido que la medida, para que pueda llevarse a cabo, sea avalada técnicamente. Hereu la desestimó echando mano de cuatro informes –del área de Movilidad, de la Guardia Urbana, de TMB y del Institut Metropolità del Taxi–, de los que ya informó ampliamente La Vanguardia en su día (véase la edición del 30/V/2008), porque, concluyeron, supondría un riesgo para la seguridad vial y sería un obstáculo para la circulación fluida del transporte público. La presentación de estos estudios, que realizaron los mismos servicios, fue obligatoria porque al presentar el PP una proposición normativa –un mecanismo que hasta entonces sólo empleaba el gobierno– se tuvo que abrir un proceso de consulta en diversos sectores por parte del Ayuntamiento. El actual gobierno municipal ha encargado a la Fundació RACC un nuevo estudio que aporte luz al asunto. Todos ellos, insisten las fuentes consultadas, se tendrán en cuenta en la toma de la decisión final.
“Es necesario incrementar la seguridad y la movilidad de los más de 300.000 motoristas que circulan por Barcelona”, manifestó ayer, por enésima vez, Fernández Díaz, que está convencido de la bondad de la medida. El edil popular reivindicó el papel de las motocicletas y los ciclomotores, que representan el 30% del parque de vehículos y recordó que el plan de seguridad vial de motos que el Ministerio del Interior aprobó el 2008 ya incluyó “la evaluación de nuevos diseños viales para mejorar la seguridad de vehículos de dos ruedas, con carriles más anchos, doble línea de retención en semáforos y carril bus-moto”. Por último, el concejal destacó que la capital catalana cuenta con 123 kilómetros de carriles bus, un 41% de al menos 3,15 metros de ancho por lo que la progresiva ampliación de estas vías a la citada anchura “favorece la implantación del modelo de uso compartido del bus, el taxi y las motocicletas y ciclomotores”.
Los argumentos que presentó el Ayuntamiento para rechazar el primer intento del PP de crear este carril compartido fueron contundentes y cuesta creer que, echando mano de razones técnicas, el asunto pueda considerarse ahora de modo distinto. Los informes presentados por la dirección de Servicios de Movilidad y TMB recordaron que la mayoría de carriles bus son estrechos y que se han reducido para no tener que disminuir en demasía los del resto del tráfico o tener que suprimir alguno. Tras analizar varias vías se llegó a la conclusión de que la incorporación de las motos los saturaría y se reduciría drásticamente la velocidad comercial de los autobuses, ya de por sí baja. La unidad de accidentes de la Guardia Urbana avisó que si las motos fuesen por los carriles bus habría más accidentes, a menudo debido a la diferencia de tamaño entre los dos vehículos, y nuevos tipos de siniestro, como colisiones en los giros, al perder las motos visibilidad por ir entre autobuses o no ser vistas por otros vehículos; alcances y choques fronto-laterales en los cambios de carril de la moto o por las caídas de estas; e incluso daños dentro de los autobuses porque habría más frenadas bruscas.
Por su parte, el Institut Metropolità del Taxi, además del temor a la siniestralidad, destacó que este servicio –que también usa estos carriles– también perdería velocidad comercial.

Más tiempo para estudiar los informes

Los responsables municipales adoptarán la posición que surja en la comisión de trabajo creada en el marco del Pacto por la Movilidad, que abordará en qué condiciones las motos podrían circular por el carril bus-taxi. Forman parte de este grupo, entre otros, representantes de las entidades de motoristas, de defensa del transporte público, TMB, la Guardia Urbana y asociaciones de ciclistas. Además de los estudios presentados hasta el momento, contrarios a la medida, y el que está elaborando la Fundació RACC –cuyo resultado aún no se ha hecho público–, la citada comisión valorará otras aportaciones favorables que aportó el PP en el proceso abierto en el 2007 y que trataron –sin éxito– de contrarrestar los argumentos que el Ayuntamiento del alcalde Hereu puso encima de la mesa para argumentar su no a la medida. Entre estos informes que avalaron el cambio promovido por los populares estaban el de la Federació d’Autoescoles de Barcelona, aseguradoras, la Asociación Nacional del Sector de las Dos Ruedas (Anesdor) o la Federació Catalana de Venedors de Vehicles a Motor (Fecavem), entre otros. Algunos recordaron que, de facto, las motos ya circulaban por estos carriles en Barcelona, hecho que el Ayuntamiento toleró en los años 90 porque consideró que había menos peligro que en el resto de calzada, algo que, dos décadas después, los técnicos municipales ven de manera distinta. También consta en aquel expediente un amplio estudio de Transport for London –la autoridad de la movilidad de la capital británica– que se mostró partidaria a la medida en esta ciudad. Que las motos y los ciclomotores ya van por las vías reservadas a los autobuses y a los taxis ya es una realidad que reconocía uno de los estudios que el anterior gobierno municipal presentó en su día. El informe de la dirección de Servicios de Movilidad indicó que entre un 10% y un 27% de estos vehículos de dos ruedas, según las calles estudiadas, ya circula en algún momento –indebidamente, claro está– por estas vías reservadas