El taxi, la movilidad urbana y el interés público: lecciones tras una década de VTC

Artículo de Julio Sanz, presidente de la Asociación Nacional del Taxi, en el diario EL ESPAÑOL

Julio Sanz, presidente de ANTAXI.
MADRID.- El taxi de Madrid ha vuelto a la calle. El motivo: el Gobierno autonómico pretende, mediante un nuevo reglamento, aplicar en nuestro sector los principios de las plataformas VTC. Esto es, emprender el camino de la sustitución de un servicio de interés público, que es como ha definido el Tribunal Supremo al taxi, por un modelo basado en la precariedad de los trabajadores, la especulación y la concentración de licencias. Todo ello con la consecuente vulneración de derechos y pérdida de calidad para los ciudadanos.

Esta nueva vuelta de tuerca a la erosión del modelo del taxi ocurre mientras el debate sobre la promoción de las plataformas VTC vuelve a estar en la agenda mediática, política y judicial, tanto en nuestro país como en la Unión Europea. Mal haríamos en banalizar la cuestión presentándola como un simple choque de intereses particulares. Lo que nos jugamos, todos, es el futuro de la movilidad urbana.

Para aproximarse adecuadamente a la cuestión conviene partir de lo que ya hemos aprendido sobre el modelo de movilidad plataforma-flota VTC.

El debate sobre la promoción de las plataformas VTC vuelve a estar en la agenda mediática, política y judicial,

Esto es que, tras la idílica imagen de estas plataformas como inevitable consecuencia del progreso tecnológico, se esconde una de las operaciones mejor financiadas de la historia de la comunicación y el lobby corporativo. Y no lo decimos los taxistas, lo dicen los “Papeles de Uber”: más de 83.000 documentos revelados el pasado verano que han expuesto las prácticas de la más señera de estas plataformas, sistemáticamente desplegadas en toda Europa.

Ha sido el propio exdirector de Políticas Públicas de Uber el que recientemente ha comparecido en el Parlamento Europeo relatando la estrategia de la compañía para incumplir conscientemente la legislación laboral y garantizarse decisiones políticas y administrativas orientadas a preservar una posición que han consolidado a las bravas.

Asimismo, la proliferación de plataformas y flotas VTC está vinculada de forma directa a los aumentos del tráfico y de la contaminación, en un momento en el que nuestras ciudades se enfrentan al reto de mejorar su movilidad y sostenibilidad. No lo decimos los taxistas; numerosos estudios señalan ya el efecto sobre la congestión y la calidad del aire.

Por ejemplo, en San Francisco se ha calculado que alrededor del 50% del empeoramiento de su tráfico se podía achacar a las plataformas. La UCS (Union of Concerned Scientists) ha identificado que los viajes de las plataformas VTC en Estados Unidos son, de media, un 69% más contaminantes que los viajes que sustituyen. En el Área Metropolitana de París, se ha calculado que entre el 38% y el 45% de los trayectos en VTC reemplazan al transporte público.

Las plataformas y flotas VTC han consolidado su posición de mercado actual a partir de la precarización de los conductores

Por otro lado, las plataformas y flotas VTC han consolidado su posición de mercado actual a partir de la precarización de los conductores. No lo decimos los taxistas, lo han dicho eurodiputados de todos los grupos políticos en el reciente debate en el Parlamento Europeo sobre los “Papeles de Uber”.

Publicado está que, en España, plataformas VTC han llegado a instar a sus conductores a trabajar hasta 60 horas semanales, con los riesgos que ello conlleva para la seguridad de conductores y pasajeros. No pueden extrañar entonces las noticias recurrentes sobre accidentes, daños al mobiliario urbano y otros incidentes no precisamente edificantes que se vienen dando.

Las plataformas VTC han construido su ventaja competitiva en base a grandes inversiones de capital

Las plataformas VTC han construido su ventaja competitiva en base a grandes inversiones de capital destinadas a financiar artificialmente precios económicamente insostenibles para captar clientes y expulsar a sus competidores.

Y después, ¿qué? Subida general de precios, explotación de los picos de demanda temporales y geográficos -pregunten en Valdebebas las noches de Mad Cool- y desatención de los momentos y espacios no rentables. ¿Lo dicen los taxistas? De nuevo, no: Facua acaba de publicar un estudio, desarrollado en Sevilla, donde ha detectado precios en las VTC hasta un 57% más caros que los del taxi.

¿Por qué es importante partir de todo esto, sabiéndolo como lo sabemos? Porque, mientras en los parlamentos y asambleas municipales de distintos lugares de Europa se desarrollan las correspondientes comisiones de investigación tras las revelaciones de los ”Papeles de Uber”, aquí la respuesta de algunos gobiernos autonómicos es consolidar la situación irregular que ha permitido a las VTC conquistar la capa lucrativa de la movilidad urbana y, al mismo tiempo, extender la precarización propia del modelo de plataformas al segmento del taxi.

Y, encima, el asunto se presenta como la victoria de la razón frente al capricho de unos pocos, cuando de lo que se trata es de la sostenibilidad del interés público y ciudadano.

Esta es la verdadera cuestión. No es la tecnología, hoy presente en todos los segmentos, sino la garantía de un precio y servicio homogéneos, que evite abusos sea cual sea el viajero, el sitio y el momento, así como unas obligaciones regulatorias destinadas exclusivamente a garantizar el interés del usuario. No es la aparente neutralidad de la plataforma, sino su control de las flotas de VTC a partir de las pocas empresas que acaparan las licencias.

No es la utilidad marginal derivada de tener más vehículos en nuestras calles, sino sus implicaciones medioambientales y de movilidad.

Por tanto, señores responsables públicos, no basta con saber. Hay que aprender y actuar en consecuencia. Revisen los modelos que conducen al tensionamiento de la movilidad integral en nuestras ciudades. Si verdaderamente pretenden que el taxi sea parte del futuro de la movilidad urbana, déjense de comulgar con ruedas de molino.

Reconsideren esa percepción ingenua de las plataformas y su curiosa vinculación con el bienestar del ciudadano antes de que sea demasiado tarde. El futuro de nuestras ciudades lo agradecerá.