El laberinto del taxi

Menos caja. El IMT estima que en dos años los ingresos han bajado un 12%; algunas entidades creen que han caído un 45% / Roser Vilallonga / Archivo
BARCELONA

La limitación de la oferta planteada por la administración metropolitana divide a los taxistas | El STAC ve bien acotar los dobles turnos; la FCT y los empresarios, no | El número de empresas del sector está cerca del máximo legal

A vueltas con el taxi. El impacto de la situación económica general en este servicio y las posibles soluciones para superarla han provocado un nuevo conflicto en este convulso sector. La propuesta planteada el pasado enero por un grupo de taxistas, que fue apoyada por varias organizaciones profesionales, de repartir el trabajo, que ha disminuido considerablemente por la recesión, creando turnos de mañana y de tarde, ha topado con la administración metropolitana y con una parte significativa del gremio.
La división, que en un primer momento fue difícil de medir, llevó al Institut Metropolità del Taxi (IMT) a plantear la celebración de una consulta entre los titulares de las licencias y los empleados, que suman casi 12.000 personas, para que expresaran qué hacer.

Pero el citado organismo finalmente descartó el referéndum y abogó por cambiar la ley de modo que se limite el número de vehículos que tienen más de un conductor, una solución que ha enervado a parte del gremio. El lío está servido.

Hay un asunto previo que, según quién lo mida, es gris o negro pero no blanco porque cuando se habla de una crisis como la actual, las cosas no son nunca buenas. ¿En qué medida la situación económica ha hecho bajar la recaudación en el sector? Las cifras oscilan entre el 12% estimado por la administración y el 45% que han calculado algunas asociaciones. Esto es clave, ya que según sea el mal, más o menos contundente, deberá ser el remedio.

Entre quienes pintan el panorama oscuro está la autodenominada Plataforma por un Taxi Rentable, que propuso los turnos con el objetivo de reducir a la mitad la cantidad de vehículos en circulación en la mayor parte de la jornada. Pero pronto halló la oposición, por ejemplo, de las entidades empresariales y también de muchos autónomos que tienen asalariados contratados, además del IMT, que vio la sugerencia demasiado radical.

Los responsables de este organismo consideran que esa propuesta era excesiva y que aplicarla comportaría más problemas que soluciones. Además de la pérdida de puestos de trabajo –si un coche no puede salir por la tarde, ¿qué le pasaría al empleado que cubre ese horario?–, habría que ver qué les ocurriría a los taxistas con clientes fijos, que no podrían atenderlos en el turno en que el vehículo debería descansar.

Por ello, el IMT planteó otra salida, excepcional mientras dura la crisis y en principio sólo para esta primavera: añadir dos días de fiesta cada mes, con lo que trabajaría el 70% de la flota. Y, aunque tampoco gustó a parte del sector, tuvo posibilidades de salir adelante ya que el colectivo que propuso los turnos, que contaba con el apoyo del Sindicat del Taxi de Catalunya (STAC) –una de las principales asociaciones de este sector profesional– lo aceptó.

El IMT planteó llevar esta solución a referéndum, en que también se podrían elegir los turnos o dejar las cosas como están. Pero ese principio de acuerdo quedó en nada. Un grupo reducido –un centenar de taxistas, a lo sumo 150– insistía con los turnos. Así las cosas, el IMT desestimó la consulta entre los profesionales. “No podíamos llevar a referéndum una solución que es insostenible para el propio sector y que acabaría afectando a los usuarios”, argumenta el presidente del instituto y concejal de Movilidad de Barcelona, Francesc Narváez. La salida debe ser, añade, “atacar el fondo, la sobredimensión de la oferta por la incorporación de más taxis a doble turno (con dos conductores) sin afectar a la calidad del servicio”. Los barceloneses dan un notable a su taxi (7,1 sobre diez), según las últimas encuestas.

Para fijar esta nueva limitación, el IMT plantea modificar la ley catalana del taxi, aprobada en el 2003, que pone un tope a la concentración de licencias (en Barcelona no puede haber más del 10 por ciento en manos de personas que tienen más de una) pero no a la explotación de los vehículos por más de un conductor. Narváez no adelanta un porcentaje a aplicar en este concepto. En cualquier caso, asegura que “no se trata de echar a nadie a la calle, se mirará cómo está la situación y se fijará cuál es el umbral más adecuado, que en ningún caso podrá será menor que lo que ahora hay”. Este organismo ha iniciado los contactos con los grupos del Parlament y pretende a abrir un proceso participativo en el sector, adelanta su presidente, que aboga por “una solución con el máximo consenso”.

La propuesta ha sido bien recibida por el STAC. Su presidente, Luis Berbel, sigue pensando que fijar turnos de mañana y tarde “sería una medida útil frente a la crisis”. Su propuesta es que se lleve a cabo ajustando los taxímetros para que dejen de funcionar cuando el turno finalice, como se hace en Bilbao o en París. “Esta medida no perjudicaría a los empresarios o a los vehículos que se exploten a doble turno –precisa–, que en vez tener 12 horas de trabajo máximo al día dispondrían de 16 para poder tener dos conductores”. Con todo, Berbel aboga por cambios estructurales que precisarían modificar la ley. La limitación de los vehículos explotados por dos conductores debe quedar, a su juicio, “en manos de los ayuntamientos, para que puedan modular la oferta según convenga en cada momento”.

El presidente del STAC está convencido de que “hay una sobreoferta que ha sido alimentada por el doble turno”. Y, añade, “debe consultarse al sector como se acaba de hacer en Zaragoza, que ha decidido tener un día extra de fiesta semanal (sólo tenían uno y no dos como Barcelona), o en Valencia, que ha votado por los turnos de mañana y tarde”.

Muy distinto ve el asunto la Federació Catalana del Taxi (FCT), la otra gran entidad del sector. “La ley está bien como está, no tiene sentido cambiarla cuando todavía no se ha desarrollado completamente”, afirma su secretario ejecutivo para Barcelona y área metropolitana, Dionisio Gracia, que también preside el Sindicat de Taxistes Autònoms de Barcelona (STAB). “La crisis es para todo el mundo y también para nosotros, pero no podemos tomar medidas a la ligera que atenten contra la libertad de empresa o de horarios, la situación irá mejorando, la semana del Mobile World Congress aumentado la recaudación un 7% en relación con la anterior, que, a su vez, ya fue un 6% que la precedente y las cosas ya están mejorando”, añade.

Gracia defiende “mejorar la calidad del servicio” con medidas, por ejemplo, que aumenten la velocidad comercial o dando un servicio más personalizado con la ayuda de las nuevas tecnologías y, así, para ganar mercado. “Nuestros usuarios deberían convertirse en clientes habituales y fijos que consideren nuestro servicio como imprescindible”, concluye. El secretario general de la FCT, Josep Maria Goñi, recuerda además que “el cambio de la ley debe salir del Consell del Taxi, en el que están representadas las asociaciones de taxistas, y no del IMT, que es la administración”. Y, para mejorar la calidad del servicio, aboga por “reducir los gastos del propio Institut, que se nutre exclusivamente de las aportaciones de los taxistas, y destinar más fondos a la promoción o a mejoras en la calidad”.

También rechaza las modificaciones de la ley Carmen de Tienda, presidenta de la Associació Empresarial del Taxi (AET). “Es increíble que las organizaciones que cuando se redactó la ley no pusieron problemas a que los autónomos pudiesen contratar asalariados ahora quieran poner límites a esa contratación”, recuerda, tras lo cual lamenta que se quiera “volver a lo de hace treinta años de un taxi, un hombre”. De Tienda insiste en que “no hay que modificar la ley, sino cumplirla, porque hay taxistas autónomos que tienen contratados conductores a tiempo parcial que trabajan toda la jornada”. Por ello pide que, “en vez de limitar los dobles turnos, el IMT controle los que se están haciendo en la actualidad”. En cualquier caso, subraya la presidenta de la AET, “no se puede modificar una ley porque la economía va mal, porque cuando vaya bien, ¿qué haremos?, ¿volveremos a cambiarla? Así no hay seguridad jurídica, algo que es fundamental para poder explotar un negocio”.

ÓSCAR MUÑOZ /La Vanguardia