El taxi también es cosa de mujeres

Yurena Suárez Fernández y María Victoria Quintero Rodríguez son nietas, hijas, esposas y madres de personas que han conducido y conducen este medio de transporte y las dos únicas féminas en el municipio de Taraconte (Tenerife) en un sector dominado en su mayoría por hombres

 

El taxi también es cosa de mujeres
Yurena empezó hace un año y medio como conductora del servicio público en el municipio, mientras que María Victoria lleva desde 2005 con la licencia que heredó de su esposo. / F. Pallero

DIARIO DE AVISOS. GABRIELA GULESSERIAN.- Les gusta conducir, hablar con la gente, ser independientes y sus propias jefas, y manejar sus horarios. Cada vez son más las mujeres que deciden ponerse tras el volante de un taxi y Yurena Suárez Fernández y María Victoria Quintero Rodríguez se encuentran entre ellas.
Son las dos únicas conductoras en Tacoronte de este medio público de transporte, un sector dominado en su mayoría por hombres y en el que ellas se han hecho un hueco aunque corren, en número, con una clara desventaja: 30 contra 2. De sus compañeros de profesión no tienen quejas, todo lo contrario, aseguran que las arropan muy bien.

Yurena tiene 42 años y creció escuchando historias y anécdotas de pasajeros y de los cambios que ha experimentado el municipio que le contaba su padre, de quien heredó la licencia.

Su abuelo, al que casi no conoció, también era taxista y su esposo también se dedica a lo mismo, pero su ámbito laboral se encuentra en el municipio vecino de La Laguna, donde ella también dio sus primeros pasos.

Igual que ellos, Yurena presta cada día sus oídos a las decenas de relatos que le cuentan en los viajes. “Somos como una especie de psicólogos, porque todo el mundo nos comenta su vida apenas se sube al coche, la mayoría cosas tristes y problemas familiares”, asegura.
Yurena confiesa que en ocasiones no le apetece oír ningún comentario “porque una también tiene sus problemas, pero lo asimilas y te quedas pensando que hay personas que están peor. Incluso a veces que te quedas mal”.

Después de trabajar en una tienda de juguetes y en una pizzería, decidió dedicarse a la crianza de sus hijos que todavía eran pequeños. Hace un año y medio, en plena pandemia de COVID-19, decidió incorporarse al trabajo y eligió continuar con la licencia que tenía su padre. En ese contexto, los inicios fueron bastante complicados pero ella los afrontó sin dudar y no se arrepiente. Y aunque puede prescindir de la mascarilla, por protección, la sigue utilizando.

Para Yurena son muchas las ventajas que le ofrece su trabajo. “La primera de ellas es que soy mi propia dueña, soy autónoma y puedo organizarme con la familia y la casa”, certifica. Mientras conduce o está en el vehículo esperando que le salga un viaje, escucha la música que le gusta y se mantiene informada a través de la radio. La desventaja, añade, es que “hay que echarle muchas horas”.

Con 68 años, dobla en edad a su compañera, a quien vio crecer y hasta “le cambió algún pañal”, bromea. Ella y su esposo eran muy amigos de los padres de Yurena cuando eran jóvenes. Años más tarde, trabajó con su padre y ahora el destino ha hecho que coincida con su hija. “Aunque no nos vemos nunca, porque cuando ella entra yo me voy”, matiza.

Conducir por la noche

Lo dice porque no trabaja de noche, no lo hizo nunca, salvo el día que le toca por turno y no tiene otra opción, pero solo hasta la medianoche. A Yurena en cambio la noche le gusta, afirma que se trabaja bien y es más tranquilo porque hay menos tráfico. La palabra miedo ni siquiera la tiene en cuenta.

María Victoria nació en Santa Cruz pero lleva casi 60 años viviendo en Tacoronte y desde 2005 con la licencia de taxi. Era la misma que compartía con su esposo, con quien se turnaba en el servicio y cuando falleció, se la quedó ella.

Sus dos hijos también son taxistas y comparten con ella la misma parada, ubicada a pocos metros de la plaza de La Estación, en pleno casco del municipio. El lema en su casa es no hablar de trabajo, y pese a que a veces resulta difícil, se intenta, porque no siempre están de acuerdo en todo.

Sus inicios fueron diferentes al de su compañera porque era la única mujer. “Sí me sentí un poco discriminada porque además ya tenía cierta edad, no era joven”, apunta. No le decían nada en particular, “pero su actitud era que me buscara la vida”. Después, todo cambió.
Las personas mayores que antaño se subían al taxi también se asombraban que fuera una mujer quien estuviera al volante, pero luego se acostumbraban y actualmente ni siquiera se inmutan.

Yurena no ha pasado por una situación comprometida ni tampoco ha tenido la incomodidad de tener que tropezar con pasajeros que le hayan pedido “algo insólito”.

María Victoria tiene cientos de anécdotas, sufrió amenazas, le han insinuado cosas, pero ella siempre sobrevivió. “No tenemos que mostrar debilidad, tenemos que superarnos y ser fuertes, aunque por dentro estés diciendo ¿Dios mío, qué hago?”.

Su lema es ver, oír y callar. Y lo sigue a rajatabla porque de la misma manera que a ella no le gusta que “se metan” en sus problemas, ella no lo hace con los demás. A veces, si conoce a la persona se atreve a dar un consejo pero en general, actúa como “un sacerdote, guardas silencio y si lo llevas a sitios malos te tienes que callar y tampoco comentar lo que te dicen”. En definitiva, “hacer la tuya”, resume.

Por supuesto que hay momentos en los que es inevitable pensar “con todos los problemas que tengo yo tengo que andar escuchando esto”. Pero lo aguanta, porque tiene claro que es parte del oficio.

Las dos coinciden en que su trabajo les permite vivir sin sobresaltos económicos, pero lamentan que haya que pagar tantos impuestos, además del autónomo. “Con el ERTE nos dieron unas ayudas pero después Hacienda nos dio un palo”, se queja María Victoria.

A ello se suma el mantenimiento que requieren los coches, un Skoda Octavia en el caso de Yurena y un Dacia de María Victoria. Esta última indica que ha renovado dos o tres en los 18 años que lleva al volante. Y prefiere hacerlo así para evitar que empiece a dar problemas porque además, si el vehículo tiene más de cinco años por normativa debe pasar la ITV cada seis meses y exigen un montón de requisitos.

También son ellas quienes se encargan del mantenimiento del vehículo “porque tiene que estar siempre impecable”.

Nunca se han visto implicadas en un accidente ni les han ofrecido nada raro, pero sí hubo pasajeros que les dejaron sin pagar el viaje.

Lo cierto es que con más y menos años, Yurena y María Victoria están encantadas con su trabajo y orgullosas de ser taxistas, un oficio que también es de mujeres. Por eso, además de la parada y la pasión por su trabajo, comparten la certeza que se van a jubilar al volante.