Jaime Sau: “Uber intenta introducirse en el sector del taxi como un caballo de Troya para destruirlo”

El secretario del Sindicato del Taxi de Cataluña reclama a los responsables políticos que impidan que la movilidad quede “en manos de especuladores”

BARCELONA. EL MUNDO. GERARD MELGAR.- Dos años después de abandonar Barcelona, Uber ha regresado para intentar por tercera vez su asentamiento en la ciudad, esta vez con un servicio de intermediación que conecta a usuarios con taxistas. Este gremio ya se ha mostrado dispuesto a enfrentarse a la compañía, que según las cifras oficiales cuenta con una cuarentena de profesionales adheridos. Jaime Sau, secretario del Sindicato del Taxi de Cataluña, asegura que su colectivo no está en contra de la tecnología, sino de “las condiciones laborales del siglo XIX, la elusión fiscal y la competencia desleal” que atribuye a la empresa estadounidense.

P.¿Habrá nuevas movilizaciones contra la vuelta de Uber a Barcelona?

R.De momento, no nos cerramos a organizar protestas, presionar a la Administración o emprender acciones judiciales.

P.¿Puede repetirse una huelga indefinida o haber paros que coincidan con el Mobile World Congress?

R.Ojalá no haya que hacer nada, pero ya se verá. Queremos que el Mobile transcurra con normalidad, pero defenderemos nuestros derechos y nuestro trabajo hasta las últimas consecuencias. Somos un sector de autónomos al que la Administración, en vez de proteger, ha generado un problema. Los Gobiernos del PSOE y el PP fomentaron una liberalización encubierta entre los años 2009 y 2015 que ha sido la causa del conflicto.

P.¿Cuáles son sus exigencias?

R.Pedimos que haya una diferenciación clara de sectores entre el taxi y el VTC [vehículo de transporte con conductor] y que cada uno haga su trabajo. La forma que Uber y Cabify tienen de hacer rentable su negocio es incumpliendo la normativa. Se hacen llamar empresas tecnológicas, pero no aportan innovación, no contribuyen a las arcas públicas y sus condiciones laborales son inferiores a las nuestras. Las autoridades no pueden desentenderse de nosotros porque estas compañías están ejerciendo una competencia desleal a un sector regulado y esencial.

P.¿Cree que las reivindicaciones de su gremio tienen menos apoyo social que otras demandas laborales?

R.Vemos de todo, pero muchas veces nos sentimos incomprendidos cuando se nos acusa de cosas que no son ciertas. Sufrimos una campaña de desprestigio muy grande. A nosotros nos han cambiado las reglas de juego a mitad de partido y nos han dejado en una situación de indefensión. Somos las víctimas porque han comprometido nuestro patrimonio y rentabilidad.

P.¿A qué acusaciones se refiere?

R.Que estamos en contra de la competencia para mantener un supuesto monopolio, que especulamos con licencias, que nos oponemos a usar nuevas tecnologías… No somos ninguna mafia. El 95% de los taxistas somos autónomos, compramos la licencia para trabajar y la vendemos cuando nos jubilamos. Donde sí hubo especulación fue en las autorizaciones de VTC adquiridas por 36 euros y vendidas al día siguiente a 60.000.

P.¿Comprende que algunos taxistas se hayan adherido al nuevo servicio de Uber a consecuencia de la crisis?

R.Ni lo comprendo ni lo comparto. Esta empresa viene a desmantelar el servicio público del taxi para intentar quedarse con el mercado. Está intentando introducirse como un caballo de Troya para destruirlo desde dentro. No queremos compañías como Uber en nuestro sector.

P. Ellos reivindican que este modelo funciona bien en Madrid.

R. Siempre usan un marketing engañoso. Ahora dicen que vienen a rescatar al taxi, antes hablaban de la economía colaborativa y ordenar la movilidad de las ciudades. Uber, Cabify y las grandes flotas de VTC no son ONG, sino empresas que, pese a no obtener beneficios, invierten en publicidad grandes cantidades de dinero procedente de fondos de inversión con el objetivo de acaparar el mercado.

Nuestro sector está regulado y eso garantiza que haya un precio justo para el profesional y el cliente, pero, si se acaba con este servicio público, la movilidad quedará en manos de especuladores.

P.Uber sostiene que su servicio de intermediación con taxistas en Barcelona es totalmente legal.

R.Han anunciado su vuelta, pero lo han hecho sin tener el aval del Área Metropolitana de Barcelona [órgano supramunicipal presidido por Ada Colau], es decir, se repite el mismo patrón que las dos anteriores veces que operaron en Barcelona. Han dicho que han aprendido de los errores del pasado, pero, en lugar de adaptarse a la normativa vigente, quieren que la ley se adapte a ellos.

P.A ustedes mucha gente les acusa de cerrarse a las nuevas tecnologías.

R.Quien nos tiene que modernizar es la Administración. Queremos mejorar, pero ha de ser con la ayuda del ente que nos regula. La tecnología de Uber o Cabify no es nada de lo que no dispongamos. A lo que nos oponemos es a que la tecnología comporte condiciones laborales del siglo XIX, elusión fiscal y competencia desleal.

P.¿Cree que un código de vestimenta como que el que estudia implantar el Ayuntamiento de Madrid puede contribuir a mejorar la imagen del gremio?

R.En Barcelona ya existe uno, aunque más laxo, pero quien primero se tiene que modernizar es la Administración que nos gestiona.

P.¿De qué forma?

R.Tiene que poner más medios en la inspección, que la digitalización se extienda a toda la flota, un acceso a la profesión con más requisitos, cursos formativos de idiomas… Buscamos un taxi de mayor calidad, más moderno, pero corresponde a los responsables políticos impulsarlo. Tenemos que colaborar más estrechamente para contrarrestar la caída de la demanda a causa del Covid.

P.¿Piensa que tendrían que haber recibido más ayudas por la pandemia?

R.Sí, hubieran sido necesarias ayudas directas, especialmente del Área Metropolitana de Barcelona, que no nos ha dado nada. Lo único que hemos recibido es la prestación por cese de actividad del Gobierno y algunas ayudas para autónomos de la Generalitat.

P.¿Cómo les afectan los cambios en movilidad y urbanismo implantados por el Ayuntamiento de Barcelona en los últimos años?

R.Reducir el tráfico de coches privados en el centro nos favorece, pero la disminución de la velocidad o los carriles bici van en nuestra contra. Se han hecho algunos cambios unilaterales y creemos que se nos tiene que tener más en cuenta a la hora de planificar la movilidad del futuro, en la que entendemos que tenemos nuestro lugar. Queremos estar en los centros de toma de decisiones.

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