Entrevista Joanna Drake, directora general de Economía Colaborativa (Uber, Airbnb y otras) de la UE

La Vanguardia.- Tengo 51 años: ya nací en la Malta independiente. Tengo un hijo que se ha fabricado su teléfono móvil con una plataforma colaborativa. La UE debe competir con EE.UU. y China como lo que es: el mayor mercado del mundo; y si no, nos quedaremos atrás. Diserto en Palau Macaya-Fundació La Caixa.

¿La UE va a frenar a Uber, Airbnb y demás plataformas?

Nuestro papel no es prohibir o permitir, sino encontrar el mejor equilibrio: tiene que haber espacio para Uber y para los taxistas.

¿Cómo piensan garantizarlo?

Recopilamos información e investigamos: hablamos con todas las partes y el próximo mes de julio daremos una guía a los estados miembros para que tomen sus decisiones.

¿Qué les aconsejarán?

En esa guía podrán estudiar cómo diferentes países y ciudades gestionan la economía colaborativa y diseñar su propio modelo dentro del mercado europeo único de bienes y servicios siempre con nuestros derechos y obligaciones.

¿Usted las ve como riesgo u oportunidad?

Creo que la gran pregunta es: ¿las plataformas de economía colaborativa crean nuevos negocios y empleos o sólo sustituyen otros?

Pregúnteselo a los taxistas, los hoteleros, las agencias de viaje, los periodistas…

De acuerdo, pero también hay que escuchar a miles de vecinos de áreas alejadas del centro que estaban en paro y hoy se ganan la vida alquilando habitaciones o dando servicio de transporte en áreas a las que no llegaban los taxis.

Por bien que lo venda, eso va a doler aquí.

He visto huelgas de taxistas en Bruselas, en Paris y sé que aquí en Barcelona hay resistencia, como en Berlín. Pero también hay ciudades como Liverpool, donde más de la mitad de la población se ha bajado al móvil plataformas como Uber, que ya crean empleo y abaratan precios.

imagenvanguardiaLos hoteles también están que trinan.

Airbnb y otras marcas similares dicen que ellos en realidad no compiten con los hoteles, porque dan un servicio diferente sólo para los visitantes que quieren vivir con y como los locales.

¿Pero pagan sus impuestos? ¿Crean empleos de tanta calidad como los hoteles?

Es lo que tenemos que asegurar: que la economía colaborativa cree empleo y no nos haga perder a los europeos ni recaudación fiscal, ni servicios sociales, ni derechos laborales

¡Qué difícil de controlar!

Lo es, pero si simplemente prohibimos las plataformas colaborativas, seguro que no lograremos que la innovación y los servicios sean más baratos para el consumidor europeo, y EE.UU. nos sacará aún más ventaja. Además, no olvide que la economía colaborativa es mucho más que esos servicios alternativos de taxi y hoteles.

¿Qué otros sectores van a invadir?

También crearán valor, por ejemplo, para pymes que comparten impresoras 3D gracias a plataformas colaborativas de tecnología y otras que permiten el acceso a la vivienda a varias familias sin tener que pagar hipotecas.

Eso no gustará a la banca.

Deberá aceptar la financiación colaborativa y los créditos y ahorro en plataforma: todos los sectores deben ponerse al día y aceptar a los nuevos competidores si la competencia es leal.

Es un mundo que llega, pero otro que se va.

Yo creo que en él cabemos todos. Esos nuevos negocios hoy suponen el 5% del PIB europeo y esperamos que lleguen al 15% en diez años.

Hoy Google y otros se llevan las plusvalías a EE.UU. sin pagar impuestos aquí.

¡Por eso la Comisión los está investigando! Google y los demás tienen que pagar impuestos donde obtienen beneficios y punto.

Hasta ahora no han pagado casi nada aquí.

La UE velará para que no haya plataformas de economía colaborativa que no sirvan a los derechos del consumidor, del trabajador y del contribuyente. Se lo aseguro. Y ahora déjeme hacerle yo a usted una pregunta.

Adelante.

¿Por qué los países más prósperos, como los escandinavos, también son los más abiertos a la economía colaborativa? Pues porque la ven como una oportunidad para el crecimiento y de empleo y aumento de ingresos para amplias capas de la población. Esa es la actitud inteligente.

¿A costa del empleo regulado que hoy proporcionan hoteles y taxis?

¿Y vender en plataforma flores o comida? ¿Y compartir empleo, vivienda, transporte en todas las formas imaginables? Me temo que va a ser muy difícil prohibir ese futuro. Yo no soy partidaria de prohibirlo, sino de estudiarlo y regularlo con flexibilidad y amplitud de miras.

¿Está segura de que no nos lleva al subempleo y el dinero negro?

Mire, mi hijo es inversor y al mismo tiempo usuario de la economía colaborativa. Ha invertido en una plataforma tecnológica para fabricar teléfonos móviles personalizados que no usan materiales que obliguen a explotar a mineros: son reciclables, baratos y alternativos.

Es una idea.

Es colaborativa, pero no tiene nada que ver con los 60.000 pisos que ya tiene Airbnb en París…

Y aquí en España tiene 57.000: ¡qué barbaridad!, ¡cuántos hoteles sustituidos!

…¡Y cuántas familias ven sus ingresos complementados al ofrecer ese alojamiento! No olvide que hay que contemplar la innovación tecnológica desde todos los ángulos. Pero lo del móvil alternativo de mi hijo también es economía colaborativa y ayuda a mejorar a los grandes fabricantes al hacerles la competencia.

Ojalá.

Mire, yo trabajé en la industria de telecomunicaciones cuando se pagaban fortunas por una licencia 3G y luego resultó que no eran tan rentables. Tal vez con más competencia no se hubiera llegado a aquellos excesos.