El taxi, un nido de anécdotas
BARCELONA. JOSEP MARIA ESPINÀS (Periodista y escritor).- Quizá el lector haya vivido muchas anécdotas en el metro, el autobús y el taxi. El otro día me pasó algo curioso. Era ya de noche y quería coger un taxi al salir de Catalunya Ràdio. El que la emisora había pedido no llegaba; pasaron muchos minutos sin comparecer, mientras yo, desde la puerta, veía cómo iban pasando taxis libres. Finalmente, anulé la petición y cogí el primero que pasó. Le di la dirección de mi casa, pero el conductor no giró para ir a buscar la calle de Villarroel, sino que continuaba por la Diagonal. Le mostré mi extrañeza y el taxista reconoció el error, aunque seguíamos alejándonos de mi casa porque, según dijo, no encontraba el cruce para girar a la izquierda. Fuimos a parar a la calle de Badal. El rodeo había sido considerable y, al pagar, sin que yo reclamara nada, me descontó dos euros.
El gesto me hizo recordar a un taxista japonés que en 1970 tenía que llevarme a la Feria de Osaka y que tuvo que bajarse del coche dos veces para informarse de por dónde tenía que ir. Excusándose, también me descontó una parte de lo que marcaba el taxímetro. En otra ocasión, un taxista no me quiso cobrar nada; salía del taller de al lado de casa, donde había lavado el coche. «Es que ahora estreno el coche y este será el primer viaje que hago», me explicó. Me hizo pensar en esos bares de antes en los que enmarcaban en la pared el primer billete que habían ganado.
Los taxis también son un espacio de sorpresas. No hace muchos años tomé un taxi en el aeropuerto de Murcia para que me llevara al pueblo donde quería empezar a caminar. Su radio emitía música clásica. Hice un comentario amable. Entonces, el taxista me habló de la voz de Victoria de los Ángeles. Iniciamos una conversación muy agradable sobre música, y en un momento determinado cité a otra gran cantante, Elisabeth Schwarzkopf. Entonces se produjo el milagro. El taxista abrió la guantera del coche y me enseñó un recorte de periódico. Era un reportaje sobre Schwarzkopf.
¿Ustedes creen en el azar? Si cojo el taxi que iba detrás en la cola del aeropuerto, esta coincidencia no se habría producido. No creo que sean muchos los pasajeros que hablen de una cantante a un taxista y automáticamente el taxista le enseñe un recorte de prensa sobre esa artista. Una vez, en Barcelona, di a un taxista la dirección de mi casa: calle y número. Y por inercia añadí: «Ático primera». El taxista esbozó una discreta sonrisa y dijo: «Lo siento, señor, pero no podré subirlo hasta el ático»