Detenido un mosso por coser a puñaladas a un taxista paquistaní

Un hombre pasa, ayer, por el camino donde apareció apuñalado el taxista paquistaní. RICARD CUGAT

  • Agresión por parte de un agente de la autoridad

  • La víctima, que está en coma, fue hallada agonizante en Sant Fost de Campsentelles

  • El juez de Mollet ha ordenado el ingreso en prisión del agente por intento de homicidio

  • BARCELONA. EL PERIODICO. A.BAQUERO/J.G.ALBALAT.- Faruk, un taxista paquistaní, apareció cosido a puñaladas en un camino rural el 22 de septiembre. Dos días más tarde, un mosso denunció en comisaría el robo de su pistola tras haber sido apaleado por unos desconocidos. En apariencia, dos hechos sin relación entre sí. Pero solo en apariencia, pues el pasado sábado mossos investigadores de la comisaría de Premià de Mar (Maresme) detuvieron a dicho agente como presunto autor de la brutal agresión al taxista, que aún se debate entre la vida y la muerte en el hospital de Can Ruti.
    El sospechoso pasó a disposición del juzgado de instrucción número 4 de Mollet del Vallès, que tras tomarle declaración ordenó su ingreso en prisión provisional sin fianza por homicidio doloso en grado de tentativa. La Conselleria d’Interior confirmó a EL PERIÓDICO que el detenido por la agresión es un mosso destinado a labores administrativas en Barcelona.
    La víctima, que está en coma, fue localizada agonizante el pasado 22 de septiembre a las 22.33 de la noche en el camino de Tristany i Isolda, una vía entre bosques de una urbanización de Sant Fost de Campsentelles (Vallès Oriental), según han informado a este diario fuentes de la policía local de ese municipio. Al desplazarse hasta allí en dos ambulancias medicalizadas, los profesionales del Sistema d’Emergències Mèdiques descubrieron a un hombre paquistaní con numerosas heridas de arma blanca, sobre todo en el tórax. Los médicos lograron estabilizar a la víctima y trasladarla al Hospital Germans Tries i Pujol, donde entró en el estado de coma en el que todavía se encuentra.

    SIN FAMILIA EN ESPAÑA

    Fuentes del entorno de la víctima señalaron que el conductor recibió al menos 15 puñaladas de su agresor. El hombre, que no tiene familia en España, solo recibe visitas de voluntarios de una asociación paquistaní.

    La víctima, identificada como Faruk, conducía como asalariado un taxi de Barcelona y, según las pesquisas, supuestamente recogió a su agresor en Barcelona a la salida de un prostíbulo. Fuentes cercanas a la investigación indicaron que el agresor paró el taxi y le pidió que le llevara a su casa. Al llegar, el mosso le dijo que no tenía dinero para pagarle y le pidió que le llevara a casa de su madre, en una población cercana, donde le pagaría. En ese momento, se inició una pelea entre el agente y el conductor del vehículo, que acabó con este último gravemente herido por arma blanca.
    A partir de entonces, según las fuentes consultadas por este diario, hay dos versiones distintas sobre lo ocurrido y sobre cómo se resolvió el caso. Una de ellas sostiene que el taxista intentó defenderse del arma blanca de su agresor con una barra. En la reyerta o al huir del lugar del crimen, al agresor se le cayó la pistola sin que se diera cuenta hasta horas más tarde de su desaparición. Para cubrirse, sigue esta versión, fue a comisaría y denunció que se la habían robado unos desconocidos que le habían apaleado.
    Horas más tarde, los mossos encargados de investigar la agresión al taxista encontraron la pistola en el lugar de los hechos. Tras mirar su número de serie, descubrieron que se trataba del arma reglamentaria de un compañero. Tras localizarle e interrogarle, el agente confesó lo ocurrido con el conductor del taxi.

    AUTOLESIONES CON LA PORRA

    Otras fuentes, en cambio, sostienen que el agente no perdió la pistola, sino que cuando llegó a su casa decidió esconderla para comenzar a montar su coartada. Acto seguido, se autolesionó con su defensa extensible (la porra reglamentaria) y fue a denunciar a una comisaría de los Mossos el robo de su pistola y la paliza, ambos ficticios. Sin embargo, los mossos que tomaron la denuncia detectaron en seguida incoherencias en la declaración, así que comenzaron a interrogarle y le acompañaron a casa, donde el agresor acabó confesando que había escondido la pistola y les relató lo sucedido.
    Ayer, los Mossos d’Esquadra rehusaron dar detalles de lo ocurrido.

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