La cara más solidaria de Ourense: ayudaron a un joven y a su hija tras un accidente de tráfico

Javier Bolaño y Cuti Rodríguez son un hostelero y un taxista que el domingo pasado se volcaron con la familia que chocó con otro coche en un accidente en Maceda

Javier y Cuti, hostelero y taxista, son héroes de barrio

Javier y Cuti, hostelero y taxista, son héroes de barrio Santi M. Amil

OURENSA. LA VOZ DE GALICIA. MARIA DOLLADO.- Fue este domingo pasado a las once de la noche. Se acuerda de la hora exacta porque Javier Bolaño estaba cerrando el bar Afrodita, que regenta desde hace unos meses en el barrio de la Residencia. Mientras fregaba y daba los últimos retoques al local para marcharse, se percató de que un chico con un bebé en un carrito estaba en la esquina de la calle, mirando hacia el bar. «Estaba a punto de cerrar y de repente los vi. Me di cuenta de que estaba dudando de si acercarse o no, así que decidí esperar a que entrase», cuenta. Sí que lo hizo, se decidió y entró a los pocos minutos. «Quería saber si podría hacerle un Cola Cao con galletas para que su hija cenase. Fíjate qué tontería, pero en el bar no tengo galletas. Por suerte vivo enfrente y yo desayuno eso cada mañana, así que no lo dudé y subí a mi casa en un momento», afirma Javier.

Resulta que ese joven, su mujer y su hija de año y medio, viajaban en uno de los dos vehículos que el domingo por la tarde chocaron en un accidente en MacedaDe inmediato fueron trasladados en ambulancia al Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Allí pasaron horas, mientras les practicaban todas las pruebas necesarias para comprobar que se encontraban bien y finalmente, en ese momento, a las once de la noche, a él y a su hija acababan de darles el alta. Sin embargo, la madre de la pequeña, que había recibido un golpe en la cabeza a causa del impacto con el otro vehículo, tenía que quedarse ingresada en observación. Su coche, que quedó siniestro total, se lo llevó la grúa a un desguace en Celanova con todas sus cosas dentro y por eso apenas le quedaba batería en el teléfono. «Me pidió si tendría un cargador, así que volví a subir y le bajé el mío de casa», admite el hostelero del Afrodita, que es cocinero y, por supuesto, no dudó en prepararle en el bar una cena caliente a su último cliente del domingo. «Me quería dejar dinero y le dije que ni de coña. Creo que en la vida estamos para ayudarnos los unos a los otros. Después de todo lo que tuvo que pasar ese chico ese día, era lo mínimo que podía hacer. A mí me encanta hacer cosas por los demás y esto no me costó nada», explica Javier.

De puente en Castro Caldelas

La joven familia es de Toledo pero los abuelos del chico eran naturales de Boazo, una pequeña aldea de Castro Caldelas. La pareja reformó una casa allí hace unos años y desde entonces vienen a pasar sus vacaciones. Llegaron el viernes para disfrutar de una semana libre coincidiendo con los festivos. El domingo cogieron el coche a media tarde para ir a disfrutar de la decoración navideña del concello de Allariz, pero en el cruce de la OU-107, a la altura de Maceda, tuvieron el accidente.

Javier y Cuti, héroes de barrio

Javier y Cuti, héroes de barrio Santi M. Amil

 

Si Javier Bolaño se comportó como un héroe de barrio con este padre e hija, no fue el único. Cuando terminaron de cenar, tenían que volver a casa y su hogar estaba exactamente a 46 kilómetros de donde se encontraban. No había taxis a esas horas, pero el hostelero del Afrodita conocía a uno y no dudó en avisarlo. El conductor es un buen amigo del barrio, que vive en la misma calle en la que está el bar, en Ramón Puga. «Vino en un minuto», afirma. «Era unha situación especial e non o dubidei. Subín a por uns xoguetes para que a nena fose entretida e tamén a por una silliña, de cando a miña filla era pequena, para sentala no coche», dice el taxista Cuti Rodríguez.

Tardaron poco más de una hora en llegar y solo hicieron una parada en Castadón. «Paramos para cambiar á rapaza e aproveitamos para comprarlle un chupete e máis xoguetiños para que fora animada», dice el taxista. Al rato de reiniciar el trayecto se durmió. «Notábase que estaba esgotada e o seu pai tamén», cuenta. Llegaron pasada la una de la madrugada. «Cando os deixei, os pais del estaban pasando Xinzo. Ao enterarse colleron o coche e sairon pitando de Toledo», explica Cuti. «Fíxenlles unha factura por se o seguro llo cubre porque con todo o que pasaron… madre mía», afirma el conductor. «Estaban asustados e tiñan o frío no corpo. Son moi boa xente», dice del joven y de su hija. Este profesional ourensano admite que en sus años de profesión ha visto de todo. «No taxi vívense moitas historias, boas e malas, que darían para un libro», confiesa. Pero se las guarda para él, aunque algunos de sus pasajeros le hacen mella. Habla a diario con la familia de Toledo. A la mujer ya le dieron el alta y los dos solo desean olvidar lo ocurrido. Eso sí, saben que siempre recordarán la bondad y el cariño de quienes les ayudaron desinteresadamente, Javi y Cuti, dos rostros solidarios en Ourense.