El taxi autónomo reclama reducir la flota y el empresario implora libertad

* Los patrones piden una negociación al margen para no tener que despedir a ningún trabajador
* El chófer por cuenta propia apoya la regulación horaria pero duda del periodo de implantación
BARCELONA. EL PERIODICO. CARLOS MARQUEZ.- En la esquina de Diputació con Rambla de Catalunya, a mediodía, siempre suele juntarse un grupo de taxistas que aprovechan para ponerse al día. El tema de ayer era la consulta que el Instituto Metropolitano del Taxi (IMT) ha convocado para el próximo miércoles y en la que deberán decidir sobre la mejor manera de driblar la crisis. No se ponían de acuerdo. Uno tiene hijos y no quiere turnos. El otro dice que más días libres le obligarán a trabajar más horas el resto del mes. Y el de más allá no piensa ir a votar porque tampoco iba a servir para nada. Preferirían estar trabajando, pero la cosa está muy mala y el precio de la gasolina impone esperar en una parada en la que ocho vehículos se amontonan en el espacio habilitado para cuatro. Las asociaciones del sector están un poco igual: inquietas ante el bajón de la faena, con opiniones divididas y con intereses muy distintos
Antes de empezar a desglosar versiones, se impone una reflexión sobre la composición del taxi metropolitano. Históricamente ha sido un terreno reservado al autónomo, pero la ley del taxi del 2003 creó la figura del empresario, con un límite del 10% del total de 10.431 licencias que podían estar en manos de un mismo patrón. Tratar a todos del mismo modo ha sido, quizás, la principal fuente de conflicto. Y también lo es ahora, cuando unos piden reducir la flota de taxis para equilibrar oferta y demanda mientras los otros imploran una libertad que les permita explotar nuevas vías de gestión.

«ATAJAR EL DOBLE TURNO»

De las cinco opciones que da la consulta (ver columna junto a la foto), las dos primeras son muy similares. Luis Berbel, presidente del Sindicato del Taxi de Catalunya (Stac), cree que estas alternativas dejan de lado la «principal reivindicación del sector». «Con esta propuesta no se ataja el problema del doble turno -taxis funcionando con dos conductores durante las 24 horas-,con lo que tendremos el mismo problema de sobrepoblación y, además, llevará a trabajar más el resto de días para compensar lo que no se facture en el descanso», argumenta. José María Soto, presidente del Grupo de Taxistas Independientes (GTI) cree que, teniendo en cuenta que se trata de una medida temporal, esta sí podría ser la mejor. «Se quitarían de la calle unos 1.000 taxis diarios de lunes a viernes y se alcanzaría el número ideal para una ciudad como Barcelona: cerca de 7.000 circulando a la vez», comparte.
Su voto sería para la regulación horaria -el proyecto que defenderá el Stac- si esta fuera una decisión a largo plazo, pero Soto considera que al tratarse de algo provisional «tiene un coste que ahora el taxista quizás no pueda asumir». Berbel considera en cambio que es la «menos traumática de todas porque cada trabajador se organiza el tiempo en función de sus necesidades, con lo que -concreta- se mantendría la libertad que siempre ha caracterizado al colectivo a la hora de decidir cuándo salir y cuándo no». En cuanto a los taxímetros que habría que actualizar, el presidente del Stac asegura que son «una minoría», aunque sí admite que cada conductor debería abonar unos 50 euros por un programa que sea capaz de apagar el aparato cuando se supere el tiempo permitido.

RETIRAR LICENCIAS

El GTI reclama algo que no está en la consulta pero que siempre está encima de la mesa de negociación. Quiere que la Administración compre licencias para retirarlas del mercado para siempre. «En Sevilla se han anulado 68 y cada taxista deberá pagar dentro de dos años 600 euros en un abono anual», pone como ejemplo. El problema es que el IMT, al que también le ha tocado hacer recortes, no parece estar por la labor de despachar los 123.000 euros que cuesta hoy una sola credencial.
En cuanto al sistema de turnos, parece que hay coincidencia en que complica mucho la vida del conductor. Si le toca por la mañana y tiene médico, ese día se queda sin trabajar. Si le toca por la tarde y el niño hace la representación de Navidad, otro día en blanco. Además, se establecen unas horas en las que podrían salir todos a la calle, algo que no entienden justo ahora que la idea es que haya menos taxis.

UNA EJECUCIÓN

Carmen de Tienda, presidenta de la Asociación de Empresarios del Taxi -ese 10% que tiene la misma ley pero distinto funcionamiento- no entra a valorar las alternativas. «Entre la cámara de gas, el garrote vil o el fusilamiento, ¿qué más da qué opción salga para ser ejecutada?», resume con su habitual sentido gráfico. Dice que nunca han pedido ayuda y recuerda que el sector del taxi «es uno de los pocos que ha logrado evitar echar gente a la calle».
«Si se aprueba esto, los despidos van a ser brutales; justo lo que necesita el país», ironiza. De Tienda se pregunta si es legal que alguien les diga a qué hora pueden trabajar y a qué hora deben dejar el coche en el garaje, e implora «más libertad de acción para poder aumentar la demanda» y que el IMT negocie con empresarios y autónomos «por separado», algo que la Administración no descarta para, de una vez por todas, evitar las peleas que atascan el gremio.