Ya salimos hasta en la crónica de Fernando Ónega en La Vanguardia como muestra de la crisis que vive la sociedad

* Bajo los números, el caos
* Miramos los presupuestos del Estado como la panacea, y el dolor está en otra parte
FERNANDO ÓNEGA. LA VANGUARDIA.- Mi mujer me ha descubierto. Llegó por detrás, taimada y silenciosa, y me descubrió. No ha servido de nada jurar que no era lo que parecía. Se arremangó y me lo dijo con esa crueldad que pone la esposa que se considera burlada: “Eres incapaz de llevar las cuentas de casa y te propones entender los presupuestos del Estado”. Sólo quiero saber lo que corresponde a Galicia, me disculpé. “Sí –rep

Fernando Ónega
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licó–, y el otro día contando huelguistas y piquetes, y mañana contando los votos de Trini y su aplicación a Zapatero, sigue así y habrá que llevarte a un centro de desintoxicación”.

* Vaya, otra rotura del traje

Consumé mi infidelidad, y llegué a una conclusión: el Estado se muestra en esas cifras en su acongojante debilidad. Este próximo año sólo tendrá dos ocupaciones básicas: contener el déficit para evitar la quiebra de la empresa llamada España y enseñar una cierta cara socialdemócrata. En vez de empujar, está obligado a frenar. Y cabreado todo el mundo. Zapatero defiende que el gasto social se lleva más de la mitad de la tarta, pero la gente sólo entiende que la van a despedir a bajo precio, le congelan las pensiones, le reducen los salarios o le harán trabajar hasta los 67… si no la despiden antes.
Miramos los presupuestos como la panacea, y el dolor está en otra parte. El dolor está en la industria del automóvil, que va a despedir a otras diez mil personas. Y en ese empresario que está aguantando para no cerrar. Y en el pequeño comerciante que no vende. Y en las filas de taxis vacíos de las ciudades. Y en los gobiernos locales y autonómicos que han pedido un crédito para pagar la nómina de septiembre. Hacemos grandes reflexiones sobre el endeudamiento del Estado, diez años por delante que seguirán mordiendo el presupuesto, pero la realidad es que el endeudamiento privado, de empresas y personas, es mayor, y el ciudadano privado no tiene de dónde ahorrar ni dónde recaudar.
Y estando así las cosas, vienen los agravios regionales. Núñez Feijóo ya denuncia que Galicia queda marginada. Esperanza Aguirre vuelve a su discurso de la Comunidad de Madrid castigada. Y el señor Camps pone la guinda: va a reformar el Estatuto de Valencia para reclamar 600 millones anuales más. El viejo mito de la igualdad: Valencia no puede ser menos que Catalunya. Pero Catalunya también tiene su mito, y Artur Mas peleará por el concierto económico y el cupo de los vascos. Y se está haciendo la cola de los que quieren lo que acaba de conseguir Urkullu para Euskadi.
Se completa así un cuadro fantástico: en la base, irritación social que los sindicatos no canalizan; en el ciudadano, desaliento; en la clase empresarial, asfixia; en las cuentas públicas, insuficiencia; en la economía global, el palo de Moody’s, que nos costará mucho dinero; en el Estado de las autonomías, renacimiento y explotación del agravio… He conocido semanas mejores. Quizá tenga razón el profesor Niño: la crisis de verdad empezó en junio. El único tranquilo, Mariano Rajoy: con asomarse a la ventana y decir que todo está muy mal, lo tiene resuelto.
* La jugada
Imaginen que todos los grupos parlamentarios se ponen de acuerdo. Incluido el PNV. Y firman una enmienda conjunta para rechazar la congelación de las pensiones. Pues la idea anda por ahí. Y los intentos de acuerdo, bastante avanzados. Sería fantástica noticia para pensionistas. Humillante para Zapatero. Letal para las expectativas de voto del PSOE. Y el peor mensaje para los mercados. Y mucho peor, si va liderado por un futuro presidente del gobierno como Rajoy.

* La moral del jefe

¿De dónde saca el presidente Zapatero tanta moral para seguir mostrando optimismo y, de paso, para continuar al frente del país? Explicación de persona muy próxima: sigue confiando en el calendario y no ve la situación tan negativa. No lo dirá nunca más en público, pero se reconforta con dos comparaciones del nivel de renta: seguimos por encima de Italia y a sólo cuatro puntos de Francia.

* El sucesor

En quince días, sucesión de Corbacho. Los rumores se habían fijado en Manuel Chaves, que ya fue ministro de Trabajo con Felipe. Pero Zapatero hizo ayer un retrato robot del ministrable y dibujó un entusiasta, capaz de imaginar y poner en práctica nuevas políticas de empleo. Sólo faltó llamarle juvenil. No coincide con Chaves, pero si se confirmase, ya sabemos qué concepto tiene de él Zapatero.

Fernando Ónega
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