Los taxistas frenan el regreso de Uber en apenas un mes

Muchos conductores que querían trabajar con su app desisten ante la presión del gremio

BARCELONA. LA VANGUARDIA. LUIS BENVENUTY.- No hay modo de conseguir un taxi con la aplicación de Uber en Barcelona. Un intento tras otro la pantalla táctil informa de que no hay coches disponibles. Hace un mes la multinacional de San Francisco volvió a operar en la capital catalana, en principio de la mano de más de 350 taxistas dispuestos a trabajar con su app. Pero la presión de centenares de taxistas resueltos a echar a Uber del área metropolitana por tercera vez está haciendo que muy pocos se atrevan a atender las peticiones de los usuarios de la app, siquiera a activarla. La verdad es que nadie se esperaba este devenir. Hasta los taxistas están atónitos. La mayoría pensaba que los incentivos que la compañía ofrece desde hace meses convencerían a miles de compañeros. Este sector también atraviesa momentos delicados.

Además, la compañía aún mantiene una pugna legal con el Institut Metropolità del Taxi (Imet). El organismo que regula el funcionamiento de este servicio público dice que esta app no se ajusta a la legalidad, que no cumple con las normas que regulan la intermediación de este servicio. De hecho, el Imet aún no le dio a Uber la correspondiente autorización. Las diferencias se arrastran desde hace meses. La compañía tiene un expediente abierto, un expediente informativo que puede derivar en otro sancionador, y 16 conductores también.

La anterior guerra del taxi tuvo lugar en el corazón de la urbe. Hace dos años los taxistas y sus familias y sus amigos ocuparon la Gran Via dos semanas, hasta que la Generalitat dictó un decreto ley que restringe tanto la actividad de los coches de alquiler con conductor, de los VTC, que Uber dejó de operar en Barcelona. Esta vez la guerra está soterrada. En estos tiempos pandémicos los taxistas tienen muchos ratos libres. Un millar, y también sus familias y sus amigos, llevan todo el mes solicitando servicios con la app, saturándola en sus ratos libres, leyendo una y otra vez en su pantalla táctil que no hay coches disponibles.

Oposición en las calles…

Las fotos de algunos chóferes corren por las redes hasta que se arrepienten

Hasta que aparece un conductor dispuesto a atender su petición. Entonces hacen una captura de pantalla con su foto y su nombre, y ese pantallazo llega a un grupo de Telegram dedicado a identificar a los traidores. Así los llaman, entre otras cosas. Y a Uber, la Mugre. Y el escarnio se intensifica a medida que los pantallazos corren por los grupos de WhatsApp de los taxistas. A los taxistas les encantan estos grupos. El protocolo anti-Mugre subraya que su objetivo es hacer ver su error a los compañeros que pensaron que trabajar con Uber era una oportunidad, convencerles para que den marcha atrás. Y también subraya, el protocolo anti-Mugre, que la violencia está vetada. Todo termina una vez que el taxista señalado airea el e-mail en que el que pide la baja a la compañía porque no comparte sus políticas. Algunos incluso hicieron circular mensajes de audio donde ampliaban sus explicaciones y disculpas. “Tras ver mis capturas –dice uno– quiero aclarar que nunca trabajé con Uber. ¡Enseguida he cancelado el servicio! Solo quería ver cómo funcionaba…”.

Además, los expedientes del Imet hacen que muchos conductores se lo piensen de nuevo. La multa puede superar los mil euros, incluso la suspensión de la licencia. Rosa Alarcón, edil de Movilidad y presidenta del Imet, dice que en estos momentos la empresa no está autorizada para actuar como intermediaria, básicamente porque su app no se ajusta a las tarifas oficiales, no cumple los requisitos de la tarifa 3, la que permite establecer un precio cerrado. “Estamos estudiando sus alegaciones –sigue la edil–. No es una cuestión política, sino de cumplimento de normas”.

Uber está segura de la legalidad de su proceder. Hace una interpretación de las normas diferente. Aun así confía en terminar de ajustar su software a las tarifas oficiales en breve, en conseguir la autorización del Imet en pocos días. Entre tanto pide el amparo de las administraciones. “Este primer mes no ha sido fácil. Cientos de taxistas se dieron de alta en nuestra plataforma, pero muchos tienen miedo por la intimidación de algunos taxistas. Pedimos a las administraciones que frenen esta situación. Para nuestro regreso a Barcelona nos reunimos con asociaciones del taxi, Ayuntamiento y Generalitat, y establecimos un plan de inversión para la recuperación del sector”. A pesar de todo la empresa no está dispuesta a dejar de operar en Barcelona. Todo lo contrario. Uber, que también está ofreciendo coches compartidos, planea multiplicar sus servicios. Dicen que medio millón de personas se bajaron su app en la ciudad.

… y también en los despachos

El Institut Metropolità del Taxi dice que la aplicación no respeta el sistema de tarifas oficial

“De todas formas –tercia Alberto Álvarez, alías Tito, de Élite Taxi, la principal asociación del sector–, aunque Uber opere según la legalidad, nos opondremos igualmente. Nuestro objetivo es echarles otra vez. Porque no paga impuestos en España, genera precariedad laboral y pretende apoderarse de todo el mercado de la movilidad, bajando los precios y luego, cuando no tenga competencia, cobrar lo que quiera. Y creen que pueden burlarse de las normas”. Élite Taxi pide a los taxistas que no recurran a la violencia, y también les anima a convencer a cualquier compañero dubitativo de que no trabaje con Uber.

La verdad es que nadie esperaba este devenir. A finales de mes Álvarez dará una charla virtual a los taxistas de Bruselas, les explicará cómo se frena a Uber.