La escritora Maruja Torres habla del taxi
Otro tanto ocurre con los talleres de reparación de automóviles. Un taxista se me quejaba de ello: “Se largan, y que ahí te las compongas. No dejan ni a un empleado de guardia… Tienen un compromiso con los clientes, pero actúan como si no lo supieran”. Los taxistas que se han quedado con el propósito de trabajar en agosto tampoco están contentos. Varados en las paradas del centro –y entiendo por centro desde el Llàpis de Diagonal hasta el puerto antiguo–, tienen más éxito entre los lugareños que permanecemos que entre los turistas. Frustrados, ven pasar un autobús turístico tras otro, repletos a más no poder. Otra característica agosteña de este año.