Dos experiencias de cierres de los centros urbanos: Londres y Roma
LONDRES Y ROMA. LA VANGUARDIA. RAFAEL RAMOS Y MARI PAZ LÓPEZ.- La mayor zona de exclusión al tráfico de cualquier gran capital del mundo está en Londres. Ocupa una amplia área del centro de la ciudad (desde la orilla norte del Támesis hasta la Marylebone Road o cinturón interior, y desde la City hasta el puente de Vauxhall) reservada al transporte público, taxis, ambulancias, coches de policía, bomberos y motocicletas, y a aquellos que paguen las diez libras (11,50 euros) que cuesta el acceso. El West End, la mayoría de atracciones turísticas y el distrito financiero se encuentran en esta zona de acceso limitado. La congestion charge fue impuesta hace ocho años con el triple propósito de combatir los atascos, reducir la contaminación y obtener ingresos para el Ayuntamiento. Esto último se cumple con creces, ya que –aparte del peaje– las autoridades cobran multas por la entrada no autorizada de entre 70 y 200 euros.
Cámaras en circuito cerrado fotografían las matrículas de todos los vehículos que entran en el centro de Londres entre las siete de la mañana y las seis de la tarde. En el 2007 el área fue ampliada a los lujosos barrios del oeste de la ciudad (Chelsea, Kensington y Holland Park), pero la rebelión de los vecinos –pese a que sólo tienen que pagar un 10% de lo que en el fondo equivale a un impuesto adicional a la posesión de un vehículo– obligó eventualmente a dar marcha atrás.
Las embajadas extranjeras se niegan a pagar el cargo. Los vehículos diplomáticos no están excluidos: EE.UU. debe ya más de seis millones de euros en multas. Otras medidas para reducir la polución en Londres son: las llamadas Boris bikes (bicicletas de Boris, por el alcalde Boris Johnson), que cualquier persona previamente registrada puede coger en un punto de la ciudad y devolver en otro; un esquema similar con coches pequeños y poco contaminantes que se alquilan por días o por horas; un tranvía en Croydon y algunos barrios meridionales de la capital; y restricciones al uso de vehículos pesados en determinadas rutas de acceso.
Roma: Centro acotado y jueves de matrícula alterna
Roma busca hace años combatir la contaminación acotando el tráfico en zonas céntricas, e incluso prohibiéndolo a veces en áreas más amplias. En el centro histórico y en el Trastévere funciona la ZTL (zona de trafico limitado); son en total 4,2 km2. La ZTL está cerrada al tráfico general de lunes a viernes de 6.30 a 18.00 horas, y los sábados de 14.00 a 18.00. Sólo pueden entrar los residentes, los taxis, los autos con chófer, los vehículos de personas discapacitadas y, lógicamente, los autobuses. Existen ZTL nocturnas en barrios como Monti y Testaccio. En la práctica, hay picaresca en la consecución de permisos de entrada, y como en el centro se concentran ministerios y Parlamento, proliferan enormes coches oficiales, que contaminan más.
Está luego el cinturón verde, que abraza casi todo el núcleo urbano incluido dentro del Grande Raccordo Anulare (GRA), el anillo viario que rodea la ciudad. La longitud del raccordo es de 68,2 kilómetros, casi el doble de la que tienen las rondas de Barcelona. Cuando la agencia municipal de medio ambiente detecta un exceso de partículas contaminantes, se programa un bloqueo total o parcial del tráfico (normalmente en domingo); o se activan los jueves de matrícula alterna, en los que sólo circulan matrículas terminadas en par o en impar, según toque.
No son medidas que los romanos adoren. De hecho, la del bloqueo de tráfico en domingo ha sido liquidada por el alcalde, el derechista Gianni Alemanno, por razones presupuestarias: costaba demasiado pagar horas extras a los guardias urbanos encargados de vigilar su cumplimiento. En todo caso, como era una medida ocasional, solía causar confusión; siempre había quien descubría que no podía salir de la ciudad en coche justo el domingo que pensaba ir al campo. Los jueves de matrícula alterna tienen detractores en las pequeñas empresas con una sola furgoneta para distribuir sus mercancías; cuando su matrícula no concuerda con el jueves de marras, no pueden repartir.