El 'Camí pictòric' de Benjamí Tous, en el Institut d'Estudis Ilerdencs
LLEIDA.- Benjamí Tous (Almacelles, 1949) es una verdadera fuente creativa, que ha cultivado tanto el cómic – con personajes como el Eloi, que aparece desde hace más de 30 años en publicaciones de Tàrrega – como pintura en gran formato. Su manera de entender el arte es como un juego – sabiendo que lo lúdico es un buen recorrido hacia el rigor – y sus registros son tantos, que cada día de la semana pinta desde una personalidad diferente y, con cada una, trabaja diversos estilos, distintos colores y múltiples tipografías.
De esta manera, los lunes se centra en los azules, con la ilustradora, creada por él mismo, Alba Álvarez, que está obsesionada con las escobas. Los martes prefiere el lila, con Rita Hevia, una asturiana que retrata barcos. Los miércoles, Tous se transforma en Marsh Huddersfield, el personaje más erotómano, con todo su arsenal de vedettes, hombres-cactus y tonalidades del rojo. Son los jueves cuando el pintor firma con su propio nombre – poniendo su punto de mira en las flamencas y cantantes de ópera – y, los viernes, vuelve a disfrazarse, esta vez de Ben Amin, un apasionado de las palmeras y la abstracción. Pero su capacidad creativa no descansa el fin de semana y aún tiene tiempo de invitar al estudio a Bennie Thoussen, con el que su trazo se acerca más a la viñeta humorística de prensa, o sale de casa, con Isidre Tarragona, interesado por la acuarela y todos los matices del color verde.
Una suerte de esquizofrenia creativa, desde el humor y la diversión, buscada conscientemente, que en realidad es un acto de disciplina. Para construir desde la libertad, Tous sabe que hay que limitar los marcos de actuación, los espacios, las rutinas. Una tela en blanco es una invitación a la re-creación del mundo. Un artista, el órgano que recogerá múltiples voces, registros, que investiga esa maravilla llamada comunicación estética.
Ahora, Benjamí Tous vuelve a casa, y expone ‘Camí pictòric. ReTOUSpectiva’, en el Institut d’Estudis Ilerdencs, hasta el 3 de abril. Si bien es cierto que nunca se ha marchado del todo – ha estado vinculado a la ciudad en muchos proyectos – su pintura también refleja sus peripecias por la Barcelona de la que se muestra enamorado, desde que comenzó en un pequeño estudio en el barrio del Raval durante los años ochenta hasta nuestros días, que sigue explorando terrenos propios, los más desconocidos.
El camino de Tous como artista es el del riesgo, el de la perfomance pictórica, el de la idea de viaje, de vaivén, de ida y venida, de saber perder el tiempo en la construcción de un rito, con paciencia, hasta que la simbología invada cada rincón del lienzo. En Lleida verán sus taxis, sus mercados, y su particular zoología.
Una posibilidad, en definitiva, de disfrutar en directo de la obra de un artista que, pasados los sesenta años, hace ver que aún sigue buscando un estilo propio porque sabe, de primera mano, que eso sólo es una excusa para el trayecto, no una ontología.