Països Catalans y la estación de Sants se fundirán en un solo espacio sin coches
La plaza perderá los carriles de circulación frente a la terminal y los vehículos, incluidos los taxis, irán bajo tierra
El ayuntamiento, sin la presencia de Adif, presenta un protocolo para transformar el entorno a pesar de que un despacho de arquitectos lleva meses trabajando en ello
El consistorio espera que el proyecto del vestíbulo y de la plaza pueda licitarse en el 2022, lo que deja para más adelante la estación de autobuses, que se moverá a la plaza de Espanya
BARCELONA. EL PERIÓDICO. CARLOS MÁRQUEZ DANIEL.- Una rueda de prensa algo peculiar. No tanto por el contenido, sino por la ausencia de la parte más implicada e interesada en la materia. El Ayuntamiento de Barcelona ha convocado este lunes a la prensa para dar cuenta de un “protocolo para la transformación de la estación de Sants y su entorno”. Ha comparecido la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, que ha aportado algunos detalles sobre el proyecto (la mayoría de ellos, ya conocidos), pero sin la presencia de responsables de Adif, el gestor ferroviario público propietario de la zona afectada, que al fin y al cabo es el organismo que paga la fiesta y tiene la última palabra. La concejala de Barcelona en Comú ha explicado que la plaza de los Països Catalans se fundirá más y mejor con la terminal de trenes con la desaparición de los viales de circulación que ahora dividen ambos espacios, ha confirmado que la fachada de la terminal se avanzará 40 metros, que la idea es que la parrilla de taxis quede soterrada, y ha avanzado que este martes da comienzo un proceso de participación con los vecinos. Todo, mientras el despacho de arquitectos RCR lleva ya casi un año trabajando en el anteproyecto que debería presentarse en verano. Adif, consultada por este diario, ha declinado hacer declaraciones al respecto.
El objetivo es poder licitar la obra durante el 2022, pero si alguien quiere un calendario concreto, con lo arriesgado y peligroso que es poner fecha de ejecución a los grandes proyectos (Sagrera, Glòries, línea 9…), tendrá que esperar sentado. Lo que se sabe es que se empezará por la plaza y por la ampliación del vestíbulo del lado Eixample (que añadirá entradas por los laterales), las zonas que más afectadas quedaron con la llegada del AVE, que fue una buena noticia para Barcelona pero una mala cosa para los vecinos de Sants, puesto que dejó la plaza en un eterno estado de provisionalidad. Por eso el protocolo presentado por Sanz busca que la obra a acometer tenga en cuenta tanto las necesidades ferroviarias como la integración amable de la estación en el barrio. Ahora es obvio que se trata de una cicatriz, de una “seta”, tal y como define Jordi Falcó, miembro del Centre Social de Sants. “Ya no es ni zona de paso; se ha convertido en vertedero muy poco respetuoso con el diseño que en 1984 ganó un premio FAD de Arquitectura”, sostiene.
Vecinos en barbecho
Falcó cuenta que esta semana tienen reunión con el ayuntamiento y que la única obsesión del colectivo “son los vecinos”. “Esto es un problema social, no urbanístico”. Por eso su argumentario trasciende al ámbito inmediato de la terminal. Los afectados de la calle de Burgos y de la riera de Tena, por ejemplo, ese centenar de personas que, relata, llevan años esperando la expropiación de acuerdo con la modificación del plan general metropolitano del 2003, cuando sus viviendas pasaron a ser calificadas de zona verde. “Siguen esperando, de manera precaria, una solución definitiva, un alojamiento alternativo. Y mientras, viven en la incertidumbre desde hace años. Nos tememos que eso no saldrá en la reunión, pero sacaremos nosotros el tema”. Sobre el futuro de la estación, poco que decir porque tienen escasa información. Solo pide que permita la comunicación de la gente del barrio, es decir, que no sea un fortín infranqueable, como lo es, por ejemplo, el cuartel del Bruc o el Camp Nou. Janet Sanz les da la razón en eso: “La estación es un no lugar y es necesario que se convierta en un espacio de convivencia, tanto interior como exterior”. Ahí se incluye, al margen de intentar incrementar las zonas verdes que permita el frágil suelo sobre las vías, la integración de la bicicleta en el entorno.
En cuanto al taxi, lo suyo sería llamar a los sindicatos de referencia, pero el taxista que más sabe de Sants, el que más ha luchado por las condiciones del gremio en la estación, es Mariano Gutiérrez. No tenía ni idea de la voluntad de llevarlos bajo tierra. No le gusta. “Por la cantidad de horas que nos pasamos esperando, porque es un lugar mal ventilado y porque queremos luz solar o aire libre”. “Ya pasamos demasiadas horas en la parrilla esperando para que encima nos metan en un agujero”. En cualquier caso, la teniente de alcalde ha asegurado que cualquier decisión que se tome tendrá un diálogo previo con los afectados. También iría bajo tierra la circulación vinculada a la terminal, como el denominado ‘kiss&ride‘, el lugar en el que dejar a un familiar si lo llevas en coche, ese trámite de 15 minutos de llegar, despedirse e irse que podría hacerse de manera gratuita, como sucede en la parte superior del aeropuerto de El Prat.
Los buses, más adelante
Para una segunda fase se dejarán cosas importantes como la estación de autobuses, que ahora brilla con escasa luz en la calle de Viriat. La idea del consistorio es trasladarla a la plaza de Espanya, donde en el futuro está proyectada una terminal de autocares. En Països Catalans, a la altura de la calle de Tarragona, se dejaría una parada intermodal. La ubicación actual de la terminal se convertiría en una zona verde.