Una caravana de 20 taxis de Madrid irá a Polonia para llevar ayuda humanitaria y traer refugiados ucranianos
Será un viaje de 60 horas y 6.000 kilómetros para llevar fármacos, comida y ropa y regresar con ucranianos para ser acogidos en España
MADRID. EL MUNDO. RAFAEL J. ÁLVAREZ.- El corrillo de taxistas de la madrileña T-4 estaba comentando el espanto de la guerra de Ucrania y el drama de los civiles que huyen de las bombas cuando algunos plantearon que había que ayudar a esos refugiados llevando material humanitario en un viaje de ida y trayendo a España a los que se pudiera en el viaje de vuelta.
– Y entonces, te lo juro, nos salió la solución a la española. Alguien dijo: ‘No hay huevos’. Y mira la que hemos liado.
Jesús Andrades aún se está frotando los ojos. En apenas cuatro días, lo que empezó como una bravata de corrillo se ha convertido en un convoy de 20 taxis a punto de partir hacia la frontera de Polonia con Ucrania para llevar cientos de kilos de fármacos, alimentos, tenedores, platos, pilas, mantas, sacos de dormir o material de primeros auxilios y volver con un grupo de desplazados de la guerra para que sean acogidos en España.
Esta industria altruista de la solidaridad es una historia de humanidad, whatsapp, llamadas, gestiones y reuniones entre la gente de la calle, las organizaciones sociales y las instituciones para saber cómo hacer práctico y posible un impulso ético y mayúsculo.
– Yo estoy orgulloso de la gente. Todos tenemos hijos y sólo por ver la cara de esas criaturas en la guerra merece la pena hacer cualquier cosa. Evacuarlos es fundamental. No hacemos nada que no nos gustaría que hicieran por nosotros. La idea es traer a unas 90 personas, porque tenemos capacidad para ello. Mira, hemos hecho un bote, que hemos llamado Caja de Resistencia, para que los compañeros que no puedan ir y quieran ayudar aporten lo que sea y anoche me llamó una madre y abuela de taxista y…
A José Miguel se le rompe la voz. Quiere hablar, pero no puede. Le damos un momento.
– Perdona, es que… Bueno, te decía que me llamó una abuela, con su pensión y eso, y me dijo que ponía lo que podía, 50 euros. Y su hija otros 50.
Es José Miguel Funez, directivo de la Federación Profesional del Taxi y otro de los organizadores de esta fraterna caravana sin taxímetro. Ha contactado con ONG, ayuntamientos, embajadas, asociaciones civiles y otros taxistas para saber qué material llevar y qué personas traer. “Estamos hablando con ayuntamientos y ONG que tienen cosas almacenadas y la Embajada de Ucrania también nos está ayudando. Y para la acogida, hablamos con Mensajeros de la Paz, con una ONG de Barcelona que nos garantiza 35 plazas, con otra de Ávila que tiene 15… La Comunidad de Madrid me ha contestado que no puede hacer nada porque el tema de los refugiados se coordina con la Embajada y con el Ministerio. No lo entiendo”.
HAY TRES MUJERES
Estamos con Jesús, José Miguel, Carlos, Rafael, Juan Carlos y otro Jesús en la Bolsa de Taxis de la T-4, una lanzadera de los profesionales de este volante urbano que va a convertirse en un corredor humanitario de 3.000 kilómetros de ida y 3.000 de vuelta a lo largo de cuatro países con un emocionante cartel de “ocupado”.
El viaje les llevará 30 horas de ida y 30 de vuelta. Atravesarán España, Francia, Luxemburgo y Polonia hasta llegar a Przemysl, cerca de la frontera con Ucrania. Sólo se detendrán una vez: dormirán en una cama el día que lleguen a la frontera. “Vamos dos conductores por coche para ir doblándonos y no tener que parar. Sólo dormiremos en hotel un día para estar descansados para la vuelta. Se llegaron a interesar 150 compañeros, incluso algunos de Álava y Valencia. Pero no todos pueden dejar de trabajar cinco o seis días. De momento, somos 20 coches y 40 conductores”, relata Jesús Andrades.
¿Y quiénes son estos taxistas de rescate?
En el grupo hay tres mujeres, gente joven y mayor, profesionales que nunca salieron de España, otros que van de vacaciones a Alemania, algunos que hablan inglés y unos cuantos más que lo entienden, dos que hablan polaco y uno que sabe ucraniano.
– ¿Por qué lo haces, Carlos?
– ¿Y por qué no?, contesta Carlos Pardo, 26 años, pura energía. Si nosotros nos viéramos en una guerra, nos gustaría que alguien del otro lado del mundo nos ayudara.
Entre los 20 taxis hay 10 de gran capacidad (siete plazas) y adaptados para personas en sillas de ruedas y 10 con cinco plazas y grandes maleteros. “Estamos equipando neumáticos de invierno, combustible…”.
EL COSTE DEL VIAJE
Los organizadores calculan que cada taxi costará entre 1.000 euros y 1.300 euros. “La financiación es altruista y viene de compañeros, amigos, asociaciones y personas individuales. Cualquiera puede ayudar a través de bizum, de una cuenta que vamos a poner en la web de la federación o poniéndose en contacto con nosotros en este correo: info@fptaximadrid.es. El resto lo financiará la Federación Profesional del Taxi”.
Este ciempiés de ruedas calienta motores. Este lunes, los taxistas debatían qué día salir para la frontera de la guerra. “Por nosotros, ya. Pero la burocracia nos retrasará probablemente hasta el jueves. Tenemos que hacerlo. Es nuestro grano de arena contra esta guerra”.
– Jesús, dejarás de ganar dinero unos cuantos días…
– Lo asumo, me llena ayudar, ya lo recuperaremos, contesta Jesús Rebollo, 36 años, dos hijos y una esposa taxista que también quería ir.
– ¿Tienes miedo?
– No… Me pongo en la piel de un padre con sus hijos en la guerra. Si yo fuera él querría saber que han podido salir. Es ponerse en los zapatos del otro.