Los taxistas de Valencia se protegen con cámaras ante el repunte de asaltos y “sinpas”
Los chóferes comparten historias de agresiones y denuncian que están indefensos ante un incremento de los malos usos de este servicio, sobre todo por la noche
La asociación gremial pide instaurar el pago estimado por adelantado
VALENCIA. DIARIO LEVANTE. CLAUDIO MORENO.- Los taxistas de València están instalando cámaras de vigilancia en sus vehículos ante el repunte de asaltos y «sinpas», es decir, gente que se va sin pagar del vehículo que les ha llevado a destino. De hecho, las propias entidades con mayor representatividad en la ciudad –la Asociación Gremial del Taxi de València y la Federación del Taxi de València– están recomendando a sus asociados que tomen esta medida de precaución y disuasión, un consejo que, según media docena de taxistas consultados, en el sector se sigue a rajatabla.
«Vas a la cooperativa Taxco y ves que muchos compañeros se han puesto la cámara. Cada vez más», cuenta Juanjo, quien reconoce que se ha extendido cierta preocupación por un aparente incremento de agresiones: «Entre muchos taxistas estuvo circulando un vídeo donde se explicaba cómo deshacernos del mataleón. No es fácil hacerlo porque está el cabecero, pero a un compañero le hicieron esta técnica camino del tanatorio y le dejaron incosciente. Yo llevo un espray por si acaso, estamos indefensos y necesitamos más ayuda de la Administración», reflexiona el taxista. Y añade: «No obstante, lo más frecuente sin duda es el ‘sinpa’. A mí me hicieron uno hace dos semanas cuando llevaba a unos chavales a Peris i Valero. Salieron corriendo. Y hace meses una chica borracha me dijo en dirección a Doctor Waksman que no me iba a pagar, yo bajé los cerrojos y ella empezó a pegarme con el zapato en la cabeza. Al final vino la Policía Local, la encontraron en su patio y me terminó pagando», relata.
Paco también es taxista, representa al sindicato USO y ha sentido ese repunte de incidentes que, si bien no hay datos que lo avalen, sí se ha instalado en el sector a través del anecdotario. Su última historia es de hace tres meses: «La gente que te intenta atracar suele llevarte a zonas más despobladas y los veteranos ya nos lo sabemos, como sabemos que no debemos llevar a alguien a Casitas Rosas y esperarle unos minutos, porque eso no termina bien. Pero últimamente vemos mucho asalto y mucho ‘sinpa’: a mí me lo hicieron de Blasco Ibáñez a Catarroja cuatro chavales que salieron corriendo», narra.
Situaciones de este tipo plantean a los taxistas la duda de cómo defenderse. La denuncia es un trámite farrogoso que se extiende durante varios días para cobrar, en el mejor de los casos, una carrera de 10-15 euros y llegar a las manos solo se contempla para repeler una agresión –por razones obvias–. Tal como explica Fernando Macías, de la Federación del Taxi, algunos compañeros también se instalan cámaras para poder demostrar, en caso de haberse defendido, que ellos no iniciaron la pelea con el cliente. Es decir, para aportar o desacreditar una contradenuncia. «Estamos muy expuestos al golpe o la cuchillada, sobre todo de noche. Yo llevo una cámara en el retrovisor que graba mi capó y otra en el parabrisas que me graba a mí. Hay tres sentencias del Supremo y una del Constitucional que dice que cualquier persona física tiene el derecho a grabarse siempre que participe del contexto. Lo que no puedo hacer es reproducir esas imágenes, solo sirven a requerimiento policial o judicial», explica.
Y mientras la cámara se va instaurando como medida disuasoria de cierto consenso entre los taxistas, hay una segunda propuesta que genera mucho más debate: el pago estimado por adelantado. La asociación gremial presidida por Ismael Arráez abandera la iniciativa y reclama al Consell que sistematice este sistema, especialmente en trayectos largos o nocturnos –«quien va con ánimo de no pagar se queda en tierra; hay muchos chavales que se olvidan de que tienen que volver a casa y se gastan todo el dinero en cubatas, dice Arráez»–.Sin embargo, desde la Federación del Taxi y el sindicato USO consideran que el pago por adelantado podría pervertir el servicio y liberalizar los precios a criterio del taxista o la empresa de turno con ofertas y promociones fuera de regulación.