Hacia el taxímetro en la nube | Opinión. Emilio Domínguez, FEDETAXI
No hay ningún impedimento tecnológico ni de seguridad jurídica para que la metrología se incorpore a un sistema ‘cloud’
MADRID. CINCO DÍAS/EL PAÍS. EMILIO DOMÍNGUEZ.- La senda de la digitalización en todas las actividades de transporte es imparable. Hace apenas un año el único transporte que no admitía un precio cerrado y conocido de antemano por el usuario era el taxi, salvo en algunos lugares en los trayectos entre aeropuerto y ciudad. No obstante, varias comunidades autónomas e importantes ayuntamientos, como Madrid o Barcelona, otorgando a la tarifa obligatoria el carácter de máxima (bajo la que se propicia cierta reducción), han desarrollado regulaciones que posibilitan reservar un trayecto de taxi con este sistema.
Esta novedad es aún un tímido avance, pues resta que haya una verdadera competencia de precios cerrados entre las distintas plataformas y emisoras que operan el servicio de taxi. Una competencia garantista con los derechos del usuario, que estimule la demanda del servicio, impulse y segmente el mercado en aras a una mayor calidad. Ya existen aplicaciones que comparan los precios de las distintas modalidades de transportes urbanos y periurbanos, pero en relación con los taxis únicamente incorporan una estimación del resultado de aplicar la tarifa oficial al recorrido elegido. Aún falta la oferta de diferentes precios, ajustados a los limites máximos de las tarifas municipales, por parte de las diferentes plataformas digitales operadoras que posibiliten una flexibilidad procompetitiva de los precios cerrados finales, con los fines antes indicados.
Este desarrollo natural de la oferta de servicios de taxi se está viendo acelerado hacia la precontratación, por el increíble impulso digital que está sufriendo nuestra economía, a consecuencia de las medidas adoptadas frente a la crisis del coronavirus. No obstante, existen algunas barreras a una plena digitalización del modelo tarifario de los taxis, que, además de implicar altos costes económicos para los taxistas, lastran la competitividad del servicio.
Actualmente todo el soporte técnico de la estructura tarifaria de los taxis es soportado por los aparatos taxímetros. Los taxímetros son, por norma general, unos contadores un tanto antiestéticos, algo vetustos y con unos recursos tecnológicos muy limitados frente a otros aparatos como móviles y ordenadores. Dado su elevado precio en relación con sus características técnicas, los taxistas no son muy amigos de renovarlos y suelen estirar más de una década –de media– el modelo instalado en sus coches. Además, el mercado de estos aparatos y sus servicios posventa aparejados está prácticamente dominado por una o dos marcas, en menoscabo de la competencia y las posibilidades de los taxistas de evitar cierto cautiverio comercial al respecto.
El taxímetro se complementa, para aquellos taxistas que prestan servicios para una radio emisora tradicional, con un sistema de gestión de flotas, que consta de un software que permite gestionar las llamadas que efectúa el cliente del servicio de taxi a la centralita de comunicaciones, y de un hardware (en el que se instalan los programas informáticos) necesario para la gestión de la flota. Los sistemas más avanzados dentro de este sistema de radio emisoras requieren –además del taxímetro– de la instalación de determinados equipos necesarios para la prestación de esos otros servicios adicionales (por ejemplo, un TPV para el pago con tarjeta, una impresora para la emisión de recibo, la instalación de emisores y receptores de señales para conectarse a la central de emergencias 112, etc.).
En la actualidad, además de los servicios prestados por las plataformas digitales de movilidad, que no precisan de todos estos accesorios por parte del taxista, no existe ningún impedimento tecnológico ni de seguridad jurídica para que la metrología de los aparatos taxímetros sea incorporada a un sistema cloud o en la nube, donde se encuentren cargadas todas las tarifas municipales oficiales de taxi de todas las ciudades de España, así como las tarifas interurbanas que dependen de las comunidades autónomas. Taxista y usuario no necesitan más que portar un teléfono móvil.
Este nuevo sistema podría implantarse de inmediato para todos los servicios precontratados. Para los demás, contratados en paradas o a mano alzada, tras un periodo transitorio, también sería factible introducirlo sin necesidad de que el usuario porte un smartphone, pues al igual que los sistemas de firma o certificado digital se reemplazarían paulatinamente los aparatos taxímetros por el propio smartphone indicativo del precio final conforme a la tarifa oficial absolutamente trazada, segura y verificable por el usuario. Evidentemente se potenciaría el medio de pago digital, como ya está ocurriendo, pero en modo alguno este sistema excluye el efectivo para el pago de los servicios.
Ello posibilitaría una herramienta tecnológica abaratadora de costes, supresora de aparatos y adminículos en el vehículo, así como la posibilidad de las Administraciones competentes de modificar directa, coordinada y eficazmente las tarifas públicas del servicio sin necesidad de realizar costosas (en tiempo y dinero) operaciones de cargas o inyecciones de tarifas en talleres y procesos de verificación, precintado y otras cargas burocráticas para el taxista en relación con los vetustos aparatos taxímetros, y, además, que esos cambios se produjesen con la periodicidad que conviene al sector y con inmediatez ante circunstancias externas que lo aconsejen.
Tal está ocurriendo ahora con ocasión de la crisis de demanda con el coronavirus, donde los profesionales del taxi han carecido de herramientas para modificar –hasta 2021– las tarifas aprobadas el pasado 1 de enero de 2020, en sus respectivos municipios, so pena de verse obligados a reiterar todo el proceso de cambio de tarifas pasando por talleres y sus correspondientes gastos y tasas, lo que hace de facto indeseable cambiar el cuadro tarifario y supone una dificultad más en la adaptación sectorial a cambios exógenos.
Piénsese en las ventajas competitivas de poder modificar las tarifas oficiales cuando sea conveniente para el interés general, y ofertar diferentes precios cerrados en diferentes periodos del año, o la semana, y ante futuros eventos como Mobile World Congress, Fitur, ferias, fiestas y demás, e incluso franjas horarias dentro de ellos, etc., y en los efectos beneficiosos para el sector del taxi que ello puede producir de cara a sus usuarios y al incremento de ingresos económicos, atrayendo mayor demanda y compitiendo en óptimas condiciones con otras modalidades de transporte. Una verdadera revolución de un sector tradicional, sí.
Además de las ventajas expuestas, podría establecerse la obligación de que el big data generado por toda esa actividad fuera transferido a los organismos reguladores de tráfico y movilidad, de modo que el gran volumen de datos generado en estos flujos bidireccionales permitiría sin duda mejorar la movilidad, distribuir oferta y demanda de modo más eficiente, desarrollar nuevas soluciones y negocios relacionados, convirtiéndose en el elemento fundamental de la evolución del negocio tradicional. El futuro ya está aquí, y no siempre es distópico.