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Concentración de taxis en Barcelona
MADRID. ELECONOMISTA.- Desde hace más de diez años se nos viene repitiendo machaconamente que la ventaja icónica para el usuario de optar por una VTC consiste en que sus precios son dinámicos: están determinados mediante algoritmos omniscientes que se ajustan a las condiciones de oferta y demanda. Pero ¿va esto realmente en beneficio de aquél? ¿Son realmente más baratos los servicios de VTC? ¿Es el algoritmo del establecimiento de precios efectivamente transparente?

Dos recientes estudios realizados por GamesEcon, en colaboración con la Asociación Nacional del Taxi (Antaxi), analizan el mecanismo de establecimiento de los precios de las plataformas VTC en la ciudad de Madrid y arrojan luz sobre las cuestiones arriba señaladas, en forma de no rotundo.

El primero de estos estudios, Análisis de los precios de los servicios VTC contratados a través de plataforma en Madrid: formación de precios y volatilidad, evidencia que la falta de transparencia y la discrecionalidad con la que se determinan los precios de los servicios VTC ocasiona que: 1) los precios para un determinado trayecto varíen ampliamente y 2) que el usuario no pueda valorar si el precio del servicio es o no elevado, con arreglo a los conceptos que supuestamente sirven para formar el precio.
Veamos. En todas las plataformas, el precio del viaje se calcula a partir de un “precio base” según la duración y la distancia del recorrido y, en determinados momentos, los precios pueden incrementarse por la aplicación de un “suplemento por alta demanda”. Pues bien: resulta que las tarifas mínimas son ficticias, las tarifas base son variables y el precio base que anuncian las apps no resulta de la aplicación de las tarifas anunciadas.

¿Más caldo? Dos tazas. Resulta que el “suplemento por alta demanda” no es excepcional, sino que se aplica con gran frecuencia (en alguna de las plataformas, supone dos de cada tres viajes) y que su magnitud es extremadamente variable: incrementa el precio base, en media, entre un 30% y un 50%, llegando a multiplicarlo por hasta dos veces y media. Exactamente, un 154%.

Siendo ello ya interesante, resulta que hay más. El segundo estudio, Efectos del festival de música Mad Cool sobre los precios de los servicios de taxi y VTC en la ciudad de Madrid, demuestra que, en contextos de alta demanda de transporte urbano, los precios de los servicios de VTC se incrementan exponencialmente. De hecho, no solo se incrementan en las zonas con origen y destino el festival, sino en toda la ciudad.

Por ejemplo, a la hora de la entrada al festival, los precios de Bolt en los recorridos analizados se incrementaron en media un 118%, los de Cabify un 74% y los de Uber un 89%. Así mismo, en la salida del Mad Cool se llegó a pagar hasta 93,30€ por un servicio VTC, mientras que dicho trayecto en taxi, a la misma hora, tenía un precio de 37,15€. Atención: dos veces y media el precio de un taxi por el mismo trayecto.

De manera que, frente al relato, los datos. Las plataformas VTC no solo utilizan un algoritmo opaco para el establecimiento de sus precios, sino que, en situaciones en las que hay alta demanda, sacan provecho de las situaciones de vulnerabilidad de los consumidores para incrementar indiscriminadamente sus precios, sin ofrecer información clara de cómo los establecen.

Y ante estas constataciones, ¿qué proponen las plataformas VTC? Pues, a tenor de lo leído en el contexto del proyecto de la Comunidad de Madrid, “limitar” el precio en el 200% sobre el precio medio del prestador. Que, en justamente este tipo de situaciones de vulnerabilidad y necesidad inmediata, esa sea la solución que se visualice, con dicha horquilla de precios y sin proporcionar transparencia ninguna sobre las variables que lo determinan, resulta revelador sobre la idea de protección al usuario que tienen dichas plataformas.

Habrá quien opine que todo esto es una mera consecuencia, no solo natural sino bienvenida, del funcionamiento de las leyes de oferta y demanda. Frente a ello, nosotros reivindicamos la estabilidad de la tarifa regulada del taxi, que no permite abusos ni volatilidades al estar sujeta a parámetros prefijados, resultando más alineada con lo que debe ser un servicio de transporte basado en el interés público: homogéneo para todos. En particular, en condiciones de vulnerabilidad.

Una última reflexión. La protección al consumidor también es una razón de interés general imperioso, de las que justifican la regulación. De manera que bienvenida sea la regulación que intensifique los requisitos de transparencia en la formación de dichos precios y que evite abusos y mensajes engañosos. Y bienvenidas sean también las actuaciones de las autoridades administrativas de protección al consumidor y de garantía del funcionamiento de los mercados. No decimos que ello baste; en particular, si la regulación no está bien diseñada y únicamente pretende limitar los precios sin apuntar a cómo se forman. Pero sí será un buen comienzo.