El trabajo de los taxistas de Tarragona ha descendido un 60% por la crisis
El gremio sufre la recesión, el auge del precio de los carburantes, el intrusismo laboral y la subida del IVA
TARRAGONA. DIARI DE TARRAGONA. POL MASDEU.- La crisis económica afecta a todos los gremios, y los taxistas no son una excepción. El descenso de clientes y de facturación es el pan de cada día en este sector. En las paradas de taxis es habitual encontrar largas colas de coches esperando su turno. Mientras que antes había muchos clientes que se tenían que esperar, ahora son los conductores quienes esperan más de una hora para acelerar.
En Tarragona se contabilizan 114 licencias de taxis, 95 de las cuales se agrupan en Radio Taxi Tarragona. Todos ellos sufren los efectos de la grave situación económica. Según el presidente de la Asociación, Sergi Marqués, se calcula que el trabajo ha bajado un 60%. El sector pasa, pues, por momentos delicados, especialmente «si se tiene una hipoteca o una familia que alimentar», expone Marqués. Él mismo explica que la gente ha dejado de salir, ya no se va tanto a la discoteca y, por lo tanto, el taxista pierde una buena base de clientes. El presidente de los taxistas confiesa que lo están pasando muy mal, que los taxistas están muy desanimados y que no se sabe qué rumbo seguir.
La penuria ha llegado hasta límites insospechables. Marqués comenta que «el taxi no llega para mantener a toda una familia y, por eso, muchos se buscan un segundo oficio para compaginarlo». Incluso subiendo las horas de servicio, vivir solamente del taxi es complicado. Mientras que antes trabajaban una media de 10 horas diarias, a día de hoy muchos de ellos han alargado el servicio hasta 12 ó 14 horas. Según el representante, «el taxi es el mejor termómetro de la economía». Al no ser un servicio de primera necesidad, la gente opta por no utilizarlos, mientras que cuando todo estaba bien, «teníamos mucho más trabajo».
Críticos con los buses
Cuando se habla de causas, Marqués apunta al amplio servicio de autobuses. Se muestra crítico con las grandes ayudas que el Ayuntamiento y la Generalitat dan a este sector. «Nosotros aceptamos que haya buses, pero tienen un déficit enorme que se podría paliar». Su solución es simple, anular aquellos servicios, como los nocturnos, que llevan a unos pocos clientes y subvencionar a aquellos taxis con más capacidad, como se ha hecho en poblaciones leridanas. Desde la Associació aseguran que, cada vez más, habrá taxis de siete plazas o adaptados para minusválidos. El objetivo es ser el sustituto del autobús, que las personas cuando salgan puedan compartir un taxi, y que les salga más económico que el transporte público.
Excedencia de licencias
Para Marqués, hay un exceso de licencias en la ciudad. «Hemos calculado que sobran unas 25 licencias», pero matiza que «también sobrarían sin la crisis». El principal problema para Marqués es que se calcularon el número de licencias como si Tarragona albergara la estación del AVE. «Antes el gran volumen de trabajo venía con la estación de trenes, pero ahora se ha desplazado a la del Camp de Tarragona». Una de las principales críticas procedentes de los taxistas tarraconenses es la presencia en la ciudad de compañeros de profesión de otros lugares. Marqués explica que muchos se sacan los identificativos y se ponen a la cola de los taxis para que suban los clientes. Cuando observan estas conductas, llaman a los Mossos. La Associació se muestra «muy satisfecha» de las actuaciones de los policías catalanes porque, aparte de eficientes, son muy rápidos. Marqués no entiende cómo se dan licencias a pueblos pequeños, ya que a localidades de 2.000 habitantes no les sale rentable tener un taxi. También se han encontrado con particulares que, con furgonetas, hacen su función. Estos casos son más difíciles de detectar ya que, si los Mossos les preguntan a los clientes, estos siempre pueden decir que es un amigo que les transporta de forma gratuita.
Además, los taxis tarraconenses tienen que luchar con la mala fama de ser los más caros de toda España. A pesar de ello, el gremio considera que hay una desinformación porque las tarifas de la ciudad no cambian mucho respecto a otras ciudades.