El taxi se levanta en armas contra el transporte colaborativo
BARCELONA.- Se dedican a conectar pasajeros con conductores y ya están comiéndose gran parte del negocio del transporte público. Hablamos de aplicaciones como Uber o BlaBlaCar, plataformas dedicadas a lo que se conoce como el consumo colaborativo y que están siendo acusadas por las asociaciones de transportistas de actuar al margen de la ley.
Actualmente, existen distintas apps que ponen en contacto a particulares para la realización de trayectos en vehículos privados, llevándose un dinero por ello. Lo cierto es que el auge de este tipo de herramientas es todo un hecho. Blablacar cuenta con más de 6 millones de usuarios en toda Europa y ha conseguido convertirse en una de las redes digitales de referencia dentro de la llamada economía colaborativa. Por su parte, desde que se creó en 2009 la sociedad estadounidense Uber, que tiene entre sus inversores a Google, no ha parado de crecer hasta el punto de encontrarse en 70 países. Sin embargo, su legalidad está poniéndose en duda.
Actualmente, existen distintas ‘apps’ que ponen en contacto a particulares para la realización de trayectos en vehículos privados, llevándose un dinero por ello. Algo a lo que se oponen las asociaciones de transportistas
El pasado mes de abril, la Confederación del Taxi de España exigió la retirada de Uber alegando que vulnera la legalidad establecida, fomenta el transporte pirata y no ofrece garantías a los viajeros. El propio Tribunal de Comercio de Bruselas ordenó recientemente el cese de sus actividades en una decisión que fue criticada por la vicepresidenta de la Comisión Europea (CE) y responsable de la Agenda Digital, Neelie Kroes, quien aseguró que la sentencia no pretende “proteger o ayudar a los pasajeros, sino a un cártel de taxis”.
En juego están los derechos de los usuarios, que en tiempos de crisis buscan alternativas de transporte más económicas; los de los creadores de estas plataformas que les ponen en contacto, y el de los transportistas, que están viendo peligrar sus puestos de trabajo.
¿Fomento de la economía sumergida?
“Están quitándonos clientes que no les corresponden. Y estamos perdiendo dinero”. El que habla es Luis Berbel, presidente del Sindicato de Taxistas en Cataluña (STAC), que además ha explicado a Teknautas por qué considera que este negocio es ilegal. “Lo que no puede ser es que yo tenga que pagar una licencia y comprarme un vehículo determinado, además de un seguro de responsabilidad civil de más de 50 millones de euros, y ellos no hagan nada”.
“La normativa dice que, cuando se produce un transporte en el que hay un precio o un intercambio económico, tiene que regularse por las normas del transporte. Exactamente igual a como lo hacemos nosotros”.
Hay que recordar que ya existen algunas aplicaciones que trabajan con la red ya establecida de taxistas, convirtiéndose de esta forma en una parte importante de la facturación de estos profesionales. Otras como Uber o BlaBlaCar, sin embargo, proponen el desarrollo de una red paralela.
Desde un punto de vista estrictamente legal, las organizaciones que se han manifestado en contra aseguran que estas aplicaciones fomentan la economía sumergida y la creación de una bolsa de fraude fiscal, ya que no existe “control administrativo alguno sobre los particulares que utilizan la aplicación”.
Uber, el P2P de los taxistas
Para el abogado Carlos Sánchez Almeida, “ante la actual situación de crisis están surgiendo muchas alternativas de colaboración entre ciudadanos que son absolutamente legítimas. Cualquiera se puede organizar para minimizar gastos. No hay economía sumergida en la medida en que no es una actividad económica orientada al lucro, ya que estos usuarios solo comparten gastos. Viene a ser lo mismo que lo que sucede con las páginas de enlace o P2P. Estas webs lo único que hacen es establecer un canal mediante el cual los usuarios se ponen de acuerdo”.
Estas webs lo único que hacen es establecer un canal mediante el cual los usuarios se ponen de acuerdo. Exactamente igual que el P2P
“Si existiese actividad económica, sí tendrían que pagar sus impuestos correspondientes y someterse a la normativa sobre transportes de viajeros. Pero no hay que olvidar que un usuario particular está en su derecho de quedar con amigos o desconocidos y compartir gastos. Lo único que tiene que hacer es tener al día el seguro del coche”.
Esta opinión no la comparte Luis Berbel: “No es cierto que en esa actividad sólo se compartan gastos: existe un claro lucro. La aplicación Uber toma nota del número de tarjeta de los usuarios y se lleva un porcentaje. El que se está llevando el negocio es Uber”.
“Otras aplicaciones ganan dinero por otras vías, como por ejemplo la publicidad. Todas están aquí para hacer negocio, no para ayudar a los ciudadanos a compartir transporte. Pedimos que se cierren por ilegales y por piratas. Entendemos que es lo mismo a abrir un taller o un bar sin ningún tipo de licencia”.
Pablo Romá, del despacho de abogados Romá Bohorques, ha aclarado que “para que haya actividad económica tiene que haber una ordenación de recursos humanos y/o materiales. En este caso estamos en una zona bastante gris. Por una parte, cabría pensar que la hay porque la gente lo hace para ganar dinero. Las compañías detrás de estas aplicaciones tampoco son ninguna ONG. Por otra, si lo que están haciendo es sólo resarcir, no creo que tengan que tributar. Otra cosa es que uno se dedique a hacer este tipo de viajes y ganar dinero con ello. De cualquier forma, la línea es muy fina”.
De momento, el Sindicato de Taxistas en Cataluña ha logrado que la Generalitat abra un expediente a Uber. Pero no cesará ahí su empeño en acabar con estas plataformas. Según ha reconocido Berbel a este diario, este mes tienen pensado reunirse con el Ministerio de Fomento “para que estas aplicaciones se prohíban en todo el territorio español”.
Hasta ahora, Uber se ha defendido aduciendo que es una empresa de tecnología que ofrece soluciones para la movilidad urbana, y que no se dedica al transporte de viajeros sino que sólo pone en contacto a particulares para que se beneficien mutuamente. Teknautas ha intentado ponerse en contacto con ellos, sin éxito hasta la fecha.
De cualquier forma, las asociaciones de transporte público no son las únicas afectadas por la irrupción de los nuevos modelos de negocio en internet. Y es que todo apunta a que cualquier actividad, ante las posibilidades que ofrece la tecnología, pueda convertirse en obsoleta. “Los aguadores dejaron de ganar dinero cuando llegaron las cañerías, exactamente igual que otras muchas actividades a lo largo de la historia”, ha concluido Carlos Sánchez Almeida. “Quién sabe, a lo mejor nos imponen un canon por dejar el coche a los amigos… “.