José Luis Ábalos será ministro de Fomento
MADRID.- José Luis Ábalos (Torrent, 1959) es la excepción en el relato de que Pedro Sánchez afrontó las primarias del PSOE sin apenas aparato. Si alguien lo representa es él. Ingresó en la política a principios de los años ochenta y desde entonces ha enlazado cargos públicos, como el escaño de diputado las últimas cuatro legislaturas. El portavoz provisional del PSOE en el Congreso es también el secretario general de la provincia de Valencia desde 2012. Su dominio de la circunscripción con más militantes socialistas después de Sevilla y su conocimiento orgánico han sido determinantes en la reelección de Sánchez. Hasta el punto de que miembros de la federación andaluza, conscientes del peligro que entrañaba para la candidatura de Susana Díaz, trataron de que no tomara un papel activo. “Es una persona de partido. Y es aparato, sabe hacer muy bien los números como ha demostrado en este proceso”, le pone en valor un dirigente cercano a la candidata derrotada el domingo. Compañeros en el Parlamento más críticos le acusan de marrullero.
Antes que nada, José Luis Ábalos es un político con una trayectoria en la que salvo excepciones siempre ha ido a la contra. Unas veces forzado. Otras, buscándolo. El mejor resumen son sus intentos fallidos de liderar la federación valenciana. La vez que más cerca lo tuvo fue en 2001, cuando Joan Ignasi Pla se impuso por un margen de una docena de votos. Concejal durante diez años en el Ayuntamiento de Valencia, responsabilidad que asumió en 1999 y que le valió para foguearse ante una pata negra del PP como la fallecida Rita Barberá, cobró protagonismo en la campaña de primarias por vincular a Díaz con un plan coordinado con el PP para defenestrar a Sánchez. “A mí si Rajoy me dice ‘Dirigentes territoriales, acaben con esto, pongan orden, cárguense al secretario general’, yo no le puedo hacer caso aunque quiera. Porque no puedo estar a las órdenes de Mariano Rajoy como así fue”, afirmó.
Firme partidario del “no es no”, el sustituto de Antonio Hernando en la portavocía del grupo parlamentario se debatió entre mantener el voto en contra a la investidura de Mariano Rajoy y la abstención, posición aprobada por el comité federal. Al final le convencieron de que cumpliera la decisión del partido, cosa que hizo a regañadientes, consciente de que de lo contrario habría hecho peligrar su control de Valencia. Un lujo que no podía permitirse Sánchez si se decidía a dar la batalla en las primarias: además de José Luis Ábalos, solo otros tres secretarios generales provinciales estaban abiertamente con el líder reelegido (A Coruña, Albacete y Valladolid). Los cartones de Ducados que Ábalos se fumó en el patio del Congreso mientras se decidía entre lo que le pedía el cuerpo y una visión más estratégica, unidas a la tensión de las semanas previas y posteriores al comité federal del 1 de octubre, le provocaron una úlcera. Pero le garantizaron su continuidad también en la dirección del grupo parlamentario, mientras los diputados del no que había perdían el puesto.
Su presencia en la dirección es una de las razones que explican su elección como portavoz. La certeza de que no generará problemas si no continúa de speaker en el Parlamento una vez se decida quién será el portavoz tras el congreso del 16 al 18 de junio también ha influido. La buena relación que mantiene con Miguel Ángel Heredia, cuya dimisión como secretario general del grupo parlamentario José Luis Ábalos no ha pedido, al contrario que por ejemplo Adriana Lastra, la otra diputada que escoltó a Sánchez este miércoles en su vuelta a Ferraz, puede contribuir a pacificar al grupo socialista en el Congreso.
Padre de cinco hijos, lector empedernido y enamorado del Perú, Ábalos es de los pocos que se atreve a decirle a Sánchez a las claras lo que piensa. Por ejemplo, junto a la diputada balear Sofía Hernanz trató de que Sánchez no renunciara a su acta de diputado, frente al consejo de otros parlamentarios que animaron al secretario general a dar el paso para que no cayera en ninguna contradicción. Esos mismos diputados optaron luego por la candidatura de Patxi López.
Pese a ser valenciano, asegura que no le gustan las tracas aunque se las regalen. La victoria de Sánchez y su rol de portavoz en las próximas semanas le auguran un futuro orgánico prometedor. A sus 59 años, José Luis Ábalos ha pasado de ser un rebelde permanente contra sus superiores inmediatos en el PSPV al círculo de confianza de Sánchez. Algo que solo pueden decir una decena de personas. Si se ganó el puesto fue por sus demostraciones de lealtad. El colofón llegó en el proceso de primarias. La presentación de 8.105 avales en la federación del PSPV, casi 3.000 más que el presidente regional Ximo Puig, y la mayoría con el sello de José Luis Ábalos, descolocó al equipo de la perdedora de las primarias. De los 9.552 votos que el secretario general del PSOE obtuvo en la Comunidad Valenciana —63,07% frente a los 4.274 de Díaz (28,22%)—, 5.628 (68,23%) fueron en los dominios de José Luis Ábalos. Casi el triple que la aspirante, que se quedó en 2.058 (24,95%). Siete meses antes ejerció de anfitrión en la reaparición de Sánchez. “En Xirivella empezó todo”, resume el secretario general del PSOE. Y si empezó fue porque Ábalos le esperaba con un millar de militantes. Con una demostración de aparato.