Los VTC baten récords de siniestralidad en Madrid: sufren un 22% más de accidentes que los taxis siendo la mitad de licencias
Hasta septiembre de 2024, sufrieron 904 siniestros frente a los 704 de los taxis. “Los requisitos a nuestros conductores son mayores”, denuncia la Federación Profesional
“Iba desde Hortaleza a Príncipe Pío y el tío se perdió. Si entraba en un cruce y el GPS le decía ‘gire a la izquierda’, él se iba por donde quería. En un polígono, dio como tres vueltas a una misma rotonda, se paró y me dijo que no sabía donde estaba, que no sabía qué hacer y que si me quería bajar ahí. Pasé miedo y le envié la ubicación en tiempo real a una amiga”, narra María durante un amargo viaje en un Vehículo de Transporte con Conductor (VTC), como Uber, Cabify o Bolt.
GRAN MADRID ha tenido acceso a los accidentes en los que han estado involucrados al menos un VTC frente a los que han estado los taxis en la capital desde enero hasta septiembre, mostrando que 2024 es el año en el que ambos han roto récords: los de VTC han estado envueltos en 904 accidentes, en comparación con el mismo periodo del último trienio cuando tuvieron 320 en 2021, 694 en 2022 y 851 en 2023. Frente a estos, los taxis también han batido su última marca alcanzando los 704 siniestros desde enero hasta septiembre, algo más que en 2023 (644), 2022 (531) y 2021 (303). Los datos referidos a los años completos de este tándem subrayan que los percances de VTC superan a los de taxis a lo largo de toda la serie. Durante el primer año, se registraron 525 accidentes de VTC, un 7,4% más que los referentes a taxis (486). En 2022, hay un incremento exponencial por parte de ambos: los de VTC estuvieron implicados en en 959, frente a los 768 de taxis. La tendencia, lejos de detenerse, marca su cifra anual récord el año pasado cuando a cierre de 2023, los siniestros de VTC fueron 1.196, un 25,9% más que los taxi (886).
A fecha de 1 de octubre de este año, en España había emitidas 62.110 licencias de taxi, un 67,4% más que las de VTC (20.291). Diferencia similar se aprecia también en Madrid, donde hay expedidas 15.639 licencias de taxi frente a las 8.871 de VTC. El 43,7% de las licencias de estas últimas se concentran en la capital, mientras que las del taxi son una cuarta parte de todas las emitidas en el territorio español. Cerrando el foco en Madrid, para finales de septiembre había un servicio de VTC por aproximadamente un taxi y medio (1,8).
Pero las cifras de 2024 no se alejan de la tendencia que lleva marcando este último trienio: a septiembre de 2024, los VTC estuvieron implicados en un 22% más de accidentes (904) que los taxi (704) pese a ser casi la mitad de estos. Si se analizan todos estos datos, se puede confirmar que el 10% de las licencias de VTC han estado implicados en algún siniestro, frente a la proporción de 4,5% de los que tienen un taxi.
Unos de los puntos clave para entender la diferencia en la siniestralidad de estos dos tipos de transporte público son las condiciones requeridas para ser conductor de un VTC y de un taxi en la ciudad de Madrid, señalan desde el sector del taxi Jesús Fernández, Vicepresidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid y taxista de profesión incide en que “los requisitos que nos exigen a los conductores de taxi no tienen nada que ver con los de un VTC”. Además, los requisitos para conducir sendos vehículos son dispares. Mientras que manejar un taxi te exigen conocer al dedillo el callejero de Madrid, hablar castellano o superar un examen. Para ponerse a los mandos de un VTC, tal y como se aprecia en la web de Uber, sólo solicitan el carnet de conducir, no tener antecedentes penales y aportar una foto para la app.
Gabriel (nombre falso) trabaja en una empresa de VTC y tiene dos multas. Una de ellas por exceso de velocidad y otra, por saltarse un semáforo: “Se la van a cascar a otro, sino, me quedo sin puntos y no puedo conducir”, comenta. Asimismo, sostiene que tiene que llegar a un mínimo de dinero establecido: “Creo que está en unos 4.200 euros . Suelo llegar a los 5.000″. Enfrente, Fernández agrega que ellos no tienen un cupo económico a cumplir: “Si trabajo más, pues gano más, sin obligaciones”.
Pero no sólo se pierden por las calles de Madrid, también cometen imprudencias en sus modos de conducción: “Iba con mi familia entera al Retiro y cogimos un Uber, al rato empezó a oler a quemado todo el coche y cuando casi habíamos llegado, nos dimos cuenta que estaba conduciendo con el freno de mano echado. De ahí el olor. Mi padre se lo dijo y el conductor se empezó a reír, respondió que habría sido su compañero anterior quien lo habría dejado puesto” narra su experiencia Elena.
Además, Fernández explica que un taxista suele ser un autónomo que se saca la licencia y usa su coche propio como el de trabajo: “Esto implica que si yo tengo un accidente y tardan días en reparar el coche es dinero que no entra en mi casa, cuidamos más del vehículo. Ellos son empresas que compran muchas licencias y contratan a conductores, si uno de estos tiene hoy un accidente, mañana la empresa le da otro vehículo y sigue trabajando”, señala aludiendo a la falta de prevención por parte de ellos.
Fuente: ElMundo