“LAMENTO POR EL TAXI” de Antonio Burgos, Articulista de Opinión en ABC
El taxi está sufriendo la crisis como la hostelería o el comercio, o más, y no se queja
SEVILLA. ABCdesevilla. Antonio Burgos.- Yo soy mucho del taxi. Creo que es impagable, mucho más de lo que marque el taxímetro, lo que este servicio público presta a la sociedad. Con el taxi a mano tienes un coche a tu servicio a cualquier hora, del que no tienes que pagar ni el sellito municipal, ni el seguro, ni cambiarle el aceite, ni revisar la presión de los neumáticos, ni buscarle aparcamiento para dejarlo más o menos seguro por la noche, ni te deja tirado por una imprevista avería en un momento dado. Lo proclaman en el indicativo que llevan en su parte posterior junto a la matrícula, ahora azul: «SP», servicio público.
Un buen servicio de taxis es señal y símbolo de una gran ciudad pujante. Los neoyorquinos que viven en Manhattan no suelen tener coche propio; entre otras cosas porque el precio por hora de los aparcamientos públicos te cuesta a veces más que medio coche, de caros que son. Los neoyorquinos de Manhattan, los de las películas de Woody Allen, tienen como coche propio todos los taxis de la inmensa flota de la Gran Manzana. Los pintados de amarillo, como estaban antes los de Sevilla por iniciativa de Manolo Grosso, que tenían la misma pintura distintiva que ahora los de Barcelona, y no había forma de confundirlos al verlos llegar con su luz verde encendida para alzar la mano y llamarlos.
Sevilla tiene un buen servicio de taxis, aunque haya muchos usuarios se hayan pasado al enemigo de Cabify o Uber. Que son además todos como neoconversos: quieren que reniegues de tu fe en el Radio Taxi o en el Tele Taxi y convencerte de que te pases a su religión del chófer con corbata y la botella de agua. Les confieso, señores taxistas de Sevilla, que nunca me he montado en un Cabify o en un Uber, que me mantengo fiel a mis convicciones del taxi, quizá porque lo lleve en la sangre, pues entre los muchos negocios y oficios que tuvo, mi abuelo Antonio era dueño de dos taxis.
Hago todo este largo exordio en elogio del taxi porque es un sector que está sufriendo la crisis casi tanto como la hostelería o el comercio, o más, y no se queja. Los taxistas han aguantado el confinamiento del Estado de Alarma sin dar a veces ni una sola carrera en el día. Y siguen sufriendo las consecuencias de la crisis. Pulso económico y social de la vida de la ciudad como son, el taxi de Sevilla sufre la crisis como los hoteles, los bares, los restaurantes, los comercios del centro. Y que yo haya leído o escuchado, no se queja públicamente, cuando a muchos taxistas les está costando el dinero salir a la calle o todo lo más cubren gastos. Les aconsejo que cojan taxis para una cosa, que me gusta hacer: para tomarle el pulso a la crisis económica de Sevilla a causa del covid hablando con el taxista. Subes al taxi, pegas la hebra con el taxista, y te da horror lo que te cuenta, y ves a leguas que no te miente, sino que te hace partícipe de su preocupación por la ruina. En Sevilla sólo está en servicio cada día el 33 por ciento de la flota. Y a pesar de eso, hay veces que dan tan pocas carreras que no cubren gastos. Te dicen que por las mañanas sí hay más trabajo, pero que las tardes son mortales, en las paradas esperando los clientes que no llegan. Te cuentan los taxistas sus fatigas para pagar los plazos del coche nuevo que compraron cuando no paraban de dar servicios a los hoteles, a los restaurantes, al Ave o al aeropuerto. Ahora todo está parado, y parece que el taxista, cuando llamas por la calle a su vehículo con la luz verde encendida, te da un homenaje por montarte. A lo mejor es la segunda o la tercera carrera que da en todo el día.
Y nadie habla de ayudar al taxi, de subvencionarlo, de rebajarle impuestos o tasas. Aquí sólo se habla del tanto por ciento de mesas que pueden tener los restaurantes o los bares en el interior y en las terrazas para tratar de remontar la crisis y para subsistir, pero nadie propone, como hago ahora aquí, ayudar al taxi, como servicio público imprescindible. Nadie dice cuántos taxis quedan abocados a la ruina por cada ciudad que confinan, por cada hora que adelantan el cierre nocturno de los locales públicos. La ruina de la crisis tiene su símbolo en esa calle San Eloy con tantísimos comercios cerrados para siempre. Pero nadie dice que el taxi en Sevilla es como una calle San Eloy rodante, que está aguantando la crisis sin que nadie se acuerde de ayudar a tan servicial sector.