El taxi más caro del mundo
BARCELONA. EL PERIODICO. CARLOS MÁRQUEZ DANIEL.- La ciudad que cada vez vive más del turismo tiene que cuidar bien esa primera impresión del recién llegado. Las maletas no deben tardar demasiado en desfilar, el aeropuerto ha de ser de orientación sencilla, el taxista debe abstenerse de timar al viajero, y el hotel debe parecerse ni que sea un poco a las fotos de la web de reservas. Quizás lo más molesto de entrada sea la mala praxis de algunos taxistas. Son una minoría los que timan al extranjero, pero el daño puede llegar a ser irreparable: el mismísimo John Hoffman, dueño y señor del Mobile World Congress, sufrió la picaresca de un conductor que le cobró de más cuando le llevó a su alojamiento. En ese grupúsculo de tramposos, ha sobresalido un chófer que multiplicaba por cinco la tarifa para ir y venir de El Prat. Las pesquisas de la administración acabaron con su detención por los Mossos.
Se tiene constancia de tres casos flagrantes, pero es más que probable que sean muchos más los turistas que sufrieron las malas artes de este taxista de mediana edad, al que no denunciaron por aquello de las prisas y el estrés propio de coger un avión. Los que sí se molestaron en presentar cargos acompañaron su cabreo de unos recibos en los que lo único real era la fecha. La licencia era inventada y el sello, falso; el precio, fruto de la más malévola
imaginación. El 8 de octubre realizó una carrera a la vieja terminal y saqueó al viajero: 145 euros, cuando la carrera media al aeropuerto ronda los 28. Pero lo más gordo sucedió un día antes, cuando a un estadounidense le cobró 135 euros por llevarle de la T-1 a la T-2. ¿Pero cómo lograron cazarle entre 10.500 licencias?
Ahí entraron en acción los inspectores del Instituto Metropolitano del Taxi (IMT), que aunque son pocos y no dan abasto llevan muchos años olisqueando el sector y saben dónde meter la nariz. Dado que la fecha del recibo era la correcta, pudieron descartar las credenciales que ese día tienen fiesta. Como era octubre y mes par, El Prat quedaba reservado para las licencias también acabadas en número par.
Buscaron conductores con antecedentes por timo tarifario y consiguieron reducir la lista a ocho sospechosos. A alguien se le ocurrió comprobar la licencia que aparecía en la falsa factura, y en el IMT se dieron cuenta de que uno de los finalistas había trabajado como asalariado para esa placa, que usaba como tapadera de la nueva. Pasaron la información a los Mossos y el taxista fue cazado el 28 de noviembre.
En el registro del vehículo, los agentes hallaron un albarán de recibos en blanco y el sello con la inscripción “taxi aeropuerto “, un NIF y el número falso de licencia impresos. El chófer dijo a la policía que se lo había encontrado.
Al margen del proceso policial, el IMT abrió un expediente informativo, al que siguió otro sancionador. Por el momento se han documentado tres timos gracias al tiquet recogido en las denuncias y se está pendiente de que una cuarta víctima haga llegar el suyo. Se le aplicará la máxima pena económica de 1.250 euros por fechoría: cobro abusivo, recibo manual, y falsificación de recibo. Multiplicado por las tres estafas da un total de 11.250 euros. Al taxista, con toda probabilidad, se le retirará la credencial y no volverá a trabajar en el sector.