De la viñeta al taxi
La Crisis empujó al dibujante a compaginar los dos oficios
Bié lleva al cómic su trabajo nocturno tras el volante
BARCELONA. EL PERIODICO. ANNA ABELLA.- En el 2010 Xavier Carrasco, Bié (Barcelona,1966), vio cómo el trabajo de dibujante le bajó un 70%. La crisis le empujó a buscar otros ingresos, así que se metió a taxista en el turno de noche, «un submundo» con una fauna habitual de borrachos, jóvenes que salen de las discotecas, prostitutas, travestis, homeless, drogadictos, viciosillos, ladrones…, donde mientras pisteaba (callejeaba) para «pillar carreras y «encochar» clientes por las calles de Barcelona, se topó con decenas de «situaciones surrealistas».
Y allí estaba el autor del personaje Solo Suso, con más de tres décadas de carrera entre sus pinceles (con trabajos en revistas como El Jueves, Sàpiens y Playboy y diarios como EL PERIÓDICO) y un bloc de notas y las hojas de reclamaciones para tomar nota de ellas. Y les ha sacado jugo con humor e ironía en Taxi driver, que inaugura el nuevo sello Evolution Comics, con el que Panini hace más visibles títulos que no son de la factoría Marvel.«Muerto y agotado», tras cuatro años de ritmo infernal -hasta 13 horas de taxi nocturno, menos de cinco horas para dormir, el resto para dibujar, y los sábados de profesor de la Escola Joso de cómic, sin ver apenas a su mujer y su hijo- se ha tomado un descanso del volante, aunque lo retomará este verano «encantado».
«Quien lleva un taxi lo hace por necesidad. Entre los compañeros hay ingenieros, profesores universitarios…», explica el ilustrador e historietista, que admite que entre taxistas y clientes la crisis es omnipresente. «Uno al que acababan de despedir se me puso a llorar. Y ves tanto y tanto pobre durmiendo en la calle. Hay indigentes de toda la vida, alcohólicos, pero hay gente normal, como nosotros, en la calle por la crisis. Ves un tipo recogiendo cartones que entra en un cajero a dormir, a familias con niños… Los políticos dicen que España está va bien y que mejora pero yo a las tres de la madrugada veo lo mismo que antes».
Confesionario
En Taxi driver hay hechos reales -algunos increíbles, como el «entrañable ciego» al que ayudó a buscar una prostituta («hay gente muy sola»)-, hechos parcialmente reales y otros inventados -«extraterrestes no he visto, no»-. El taxi, afirma Bié, tiene mucho de confesionario. «Te dicen: ‘le explico esto porque estoy seguro de que no volveré a verle en la vida. Hay gente muy quemada. Suben al taxi cagándose en todo y salen abrazándome encantados de haberme conocido. La gente necesita hablar. A un cliente se le había muerto el hermano atropellado por un taxista. Saqué un pañuelo y se lo di. ¿Qué iba a hacer?».
Confesiones que al principio eran recíprocas. «He pasado por la depresión, el cabreo, el abatimiento. Hasta lloré porque me sentía fracasado como dibujante, y no por mi culpa sino por estos chorizos, políticos avariciosos. Y se lo explicaba a los clientes», admite Bié, que ha tenido pesadillas con el taxi. «Soñaba que apretaba el cambio de marchas y despertaba con la mano rígida».
Lo que más temen los taxistas son los atracos. «A mi me fue bien, usé la psicología para no coger clientes problemáticos. Y la empatía me salvó una vez de que me pusieran un cuchillo en el cuello, luego ¡hasta me pagó la carrera! Lo que yo temo es al tío que se salta un semáforo a 100 por hora, al que va sin luces, al del monopatín. He visto muchos muertos de noche, he llevado ensangrentados al hospital. Hay más de los que la gente cree», afirma, aparcando el humor.