La Generalitat encarga un carril bus moto en la B-23 de entrada a Barcelona

Barcelona | La Vanguardia.- No son buenos tiempos para las obras públicas. Los recortes en los presupuestos de las administraciones han obligado a congelar las inversiones en infraestructuras. Sin embargo, la Generalitat ha desempolvado una, planificada hace años y que parecía condenada a quedarse en un cajón. La conselleria de Territori i Sostenibilitat acaba de adjudicar la redacción del proyecto de la estación de autobuses de la Zona Universitària, en la parte alta de la Diagonal, por valor de 410.000 euros y un plazo de realización de seis meses. La construcción requerirá de unos dos años de trabajos.

No es una decisión más sobre el papel. La intención del departamento que dirige Santi Vila es construir la estación en cuanto haya disponibilidad presupuestaria ya que se trata de una actuación prioritaria que se prevé dé un fuerte empuje al transporte público interurbano que conecta Barcelona con el sur por la Diagonal, donde los flujos de movilidad son muy altos y el uso del vehículo privado tiene un fuerte peso aunque por esta zona, el acceso de la B-23 por la Diagonal, circulan una treintena de líneas de autobús con unos 15.000 usuarios diarios. El encargo incluye también la conexión con la B-23 mediante un túnel y un carril reservado por esta autopista de siete kilómetros hasta el enlace con la Ronda Litoral, en Sant Feliu.

La estación se planificó en tiempos del tripartito pero su tramitación se inició en plena crisis y con las inversiones de la entonces conselleria de Política Territorial ya amenazadas. En julio de 2010 se publicó el estudio informativo, el último documento que a día de hoy hay sobre la actuación y que ha servido de base para licitar el proyecto, que se adjudicó el 11 de abril. Durante estos casi tres años, la actuación, que en su día ya fue considerada estratégica, ha dormido en el sueño de los justos. Pero Territori y el Ayuntamiento de Barcelona, con quien se han pactado los detalles de la intervención, han decidido que ha llegado el momento de reactivarla. En ese estudio, que no incluía el carril de la B-23, se preveía una inversión próxima a 100 millones de euros, una cifra que los actuales responsables de la conselleria creen que podrá rebajarse sensiblemente y quedar sobre los 60 millones, de los que entre el 10 y el 12% corresponden a este vial segregado de la autopista. Uno de los requisitos de la adjudicación es el coste mínimo de la infraestructura, tanto en la inversión para construirla como para su mantenimiento.

La primera pieza de esta operación, la terminal de autobuses, se ubicará en el lado montaña de la Diagonal, a la altura de la calle González Tablas, frente a la facultad de Economía y Empresa de la Universitat de Barcelona. Constará de tres niveles subterráneos y, en superficie, un edículo de acceso, dotado con escaleras mecánicas y ascensores, integrado en los parterres ajardinados de la avenida. En la planta -1 se situarán el vestíbulo con las máquinas de venta de billetes, la atención al viajero y las pantallas de información, así como comercios, oficinas y servicios. Desde esta planta un pasillo cruzará bajo la Diagonal y conectará con un nuevo vestíbulo comunicado con el metro (L3 y las futuras L9/10) y, en la calle, con el Trambaix. Estos enlaces son los que convertirán la estación en un intercambiador de transporte público. El piso -2 acogerá la zona de estacionamiento de los autobuses y dársenas, que admitirán 40 vehículos alrededor de un espacio central acristalado para la espera de viajeros. El nivel -3 se destinará a un aparcamiento de coches con capacidad para unas 300 plazas de rotación del que el proyecto sólo prevé la obra civil.

En conjunto, la terminal ocupará un espacio rectangular de 260×47,5 metros que se ejecutará mediante pantallas. Un elemento destacado de esta infraestructura es el túnel por el que accederán tanto los autobuses que vayan a la estación como los vehículos privados que se dirijan al aparcamiento. El carril procedente de la B-23 desembocará en este vial, que tendrá unos primeros 100 metros de rampa (a partir de la altura de la calle) y cerca de 400 en galería cubierta. Será un túnel de doble sentido, para la salida y entrada de los vehículos. Asimismo, habrá otro, más corto (unos 20 metros y 30 de rampa) en el lado opuesto, que permitirá la continuidad por la Diagonal hacia el centro de Barcelona.

Territori estudia tirar la obra adelante con la participación de capital privado que también podría hacerse cargo de la explotación, tanto de la terminal de autobuses como del aparcamiento de vehículos privados, ya que, apuntan fuentes de la conselleria, se trata de dos tipos de infraestructuras en las que existen fórmulas concesionales contrastadas.

La segunda pieza de este proyecto es el carril de la B-23, pensado para autobuses y autocares, y que también podría admitir motos. En cambio, al menos en estos momentos, no se contempla que funcione como VAO (para vehículos con dos o tres ocupantes como mínimo). La especificidad de esta obra es que se desarrollará sobre una autopista que, a día de hoy, es de titularidad estatal. La Generalitat ha incluido su traspaso, con la correspondiente dotación económica, en las negociaciones que mantiene con el Ministerio de Fomento para la mejora de las infraestructuras de Catalunya. El argumento para que pase a manos autonómicas es que no forma parte de un corredor de largo recorrido de interés estatal, sino que es una vía de acceso a Barcelona como la C-33, que conduce a la Meridiana, o la C-31, que, tanto por el norte como por el sur, van a parar a la Gran Via. Y todas ellas forman parte de la red de la Administración catalana.

La solución es de bajo coste. Nada que ver con el bus-VAO de la C-58, que, con una longitud similar, costó la friolera de 80 millones. Y, por tanto, tampoco con el proyecto que previó Fomento y que requería más de 100 millones. En este caso, se espera no gastar más de 7,5 millones. La razón es que no será necesario construir una plataforma adicional. Se aprovechará (véase gráfico) el arcén de entrada a Barcelona, que se convertirá en un carril más durante las horas punta matinales, cuando hay más circulación y un mayor uso del autobús. El transporte público usará en ese horario el carril situado a la izquierda. El reparto del tráfico se indicará mediante pórticos luminosos. En una fase posterior, si la demanda lo aconseja, podría ampliarse la autopista con un carril de entrada por el centro, y así mantener el arcén todo el día.