Crece el malestar taxista: "Será peor que Can Vies"

Barcelona. El Nacional.- La última edición del Mobile World Congress puso sobre la mesa una problemática que amenaza con el fin del sector del taxi, por el intrusismo, tal como aseguran los propios taxistas. La máxima para evitarlo es clara: “Si nadie defiende nuestro futuro, lo haremos nosotros mismos”. Los últimos conflictos son un caldo de cultivo de una situación, cada vez más tensa, que puede acabar estallando y teniendo consecuencias imprevisibles. “¿Recordáis Can Vies? Pues el doble de grande”, advierte un taxista.

La entrada repentina de grandes empresas en el mercado, como es el caso de Uber o Cabify, y la existencia de un procedimiento judicial en curso que podría hacer sobrepasar las limitaciones del propio mercado con la entrada en circulación de unas 3.000 licencias más en Catalunya, abren la puerta a un futuro muy incierto.

Varias fuentes del sector afirman que, si los tribunales dan luz verde al reparto de las miles de nuevas licencias -pedidas entre el 2013 y el 2015 aprovechando un vacío legal- “se entrará en guerra”. David, un taxista de Barcelona que ha prestado a su testimonio a El Nacional, pero que no ha querido hacer público su apellido, asegura que él y una gran parte del sector están dispuestos a “llegar hasta las últimas consecuencias” para defender el futuro de sus familias.

Un vacío legal que puede hacer estallar todo un sector

El año 2009, en el marco de la ley omnibús, la cual afectaba muchos puntos de la LOTT, la Ley de Ordenación de Transportes Terrestres, se modificaron ciertos artículos de la normativa en lo referente al taxi. Desde el sector se quejaron de que esta reforma afectaba a la proporción (1 VTC por cada 30 VT) entre los vehículos y a los requisitos y condiciones que tienen que cumplir los VTC. Desde el Ministerio de Fomento se mantenía que la ley omnibús no afectaba a ninguno de estos puntos, pero los conductores siguieron presionando alegando que el 1-30 estaba en peligro (actualmente se sitúa en 1-14, según fuentes).

Ya en el 2013, aprovechando una reforma en materia de ferrocarriles, el sector dio un paso adelante y se recuperaron las condiciones de la ley de 1987 –la original–. Así pues, la modificación de ley del 2013 reponía las cosas. Entre el 2009 y el 2013 se solicitaron 466 licencias en Catalunya, de las cuales 330 desde Madrid.

La nueva modificación, en teoría, detenía este goteo constante de solicitudes, pero la ley tuvo que pasar por un desarrollo reglamentario que no se concluyó de manera definitiva hasta el 20 de noviembre del 2015. Durante estos dos años se solicitaron unas 3.000 licencias que, a día de hoy, todavía no se han concedido. El tema está pendiente de una resolución judicial que ha llegado al Supremo. Desde el sector del taxi se defiende que la reforma del 2013 ya da fuerza legal y, por lo tanto, no se tendrían que conceder. Sin embargo, los solicitantes defienden que la ley no tiene efectividad hasta el desarrollo reglamentario y, por tanto, las licencias tendrían que ver la luz. La situación está en un punto muerto.

Aún así, Miguel Ángel Cazcarra, el abogado y presidente de la Asociación de Empresarios de coches de alquiler con chófer -una de las mayores del sector VTC- opina que “hay muy pocas posibilidades” que el tribunal dé luz verde a las licencias. “Es judicialmente débil”, observa.

“¿Can Vies? Pues el doble de grande”

El taxista David considera que, si el TS falla a favor de la entrada en vigor de las miles de nuevas licencias, “empezará una batalla campal en Barcelona”. De hecho, David va más allá y asegura que los hechos de Can Vies no serían ni la mitad de potentes que los conflictos que surgirían a raíz de esta sentencia. “El taxi se hunde”, apunta.

En esta misma línea también se expresa el responsable de comunicaciones y movilizaciones de la asociación de taxistas Elite, Tito Álvarez, quien afirma que esta hipotética situación “generaría una burbuja que acabaría estallando y generando un caos irreparable”. Por su parte, el presidente del Sindicato del Taxi de Catalunya (STAC), Lluís Berbel, también pone el acento sobre las “catastróficas” consecuencias de un boom tan repentino: “Si entran de golpe todas estas licencias, reventarían el mercado, es absolutamente inviable y desde la administración lo saben”. Esta visión está generalizada en todo el sector y dibuja un futuro impredecible.

Tanto Álvarez, de Elite, como Berbel, del STAC, aseguran que la voluntad de asociaciones y sindicatos es luchar con todas las armas legales y no llegar nunca a la violencia. Ahora bien, Álvarez recuerda que “no podemos controlar a todo el mundo y, si un taxista ve peligrar el bienestar de su familia, puede reaccionar de cualquier forma”. Desde Elite y el resto de sindicatos se intenta hacer pedagogía, pero “somos demasiada gente en el sector para contenerlos a todos”. De hecho, David manifiesta que está dispuesto a luchar “hasta las últimas consecuencias y hasta donde haga falta” para defender su futuro y el de los suyos.

La posible explosión del mercado no es, hoy por hoy, la única preocupación que planea sobre el sector. Los taxistas denuncian “competencia desleal e ilegal” en el mercado por parte de las nuevas empresas de transporte que operan mediante aplicaciones móviles, como es el caso de Cabify ahora o el de Uber antes. El responsable de comunicaciones de la asociación de taxis Elite explica que estas empresas “no cumplen con lo que dicen”, ya que tienen una flota de vehículos con licencia VTC, “pero actúan como si fueran VT”. “Ellos pueden poner los precios que quieran, nosotros en cambio estamos limitados por el taxímetro y estamos regulados absolutamente por el Ayuntamiento”, remarca Álvarez.

Cabify detalla que sus vehículos están parados en la base y, cuando reciben el aviso a través de la app, se movilizan. Así, según relatan, sólo operan con servicios precontratados, tal como marca la legalidad. Ahora bien, el también portavoz de Elite asegura que eso no es así: “tener una licencia VTC no es ilegal, pero trabajar como un taxi sí que lo es, porque no les corresponde, sus coches van dando vueltas por la ciudad y se aparcan escondidos en las esquinas hasta que reciben un nuevo servicio a través de la app”. En este sentido, Álvarez critica que la lucha es en desigualdad “absoluta” de condiciones. “No pueden hacer de taxis si no lo son”, sentencia.

“Queremos un taxi regulado y trabajar con las mismas condiciones que todo el mundo, porque los VT estamos limitados por el taxímetro y los VTC pueden poner los precios que quieran y si, además, cuentan con las mismas condiciones que nosotros no tenemos absolutamente nada que hacer”, lanza Berbel.

Durante el Mobile World Congress se vivieron conflictos y escenas de tensión entre taxistas y algunos de los miles de coches “oscuros” que llegan a Barcelona, procedentes de todo el territorio nacional y de otra países, y que, según relata Román Llort, propietario de una VTC tradicional, trabajan durante cinco días sin ningún tipo de licencia y “a espaldas de la ley”. Los taxistas denunciaron que eso los perjudicaba directamente y mostraron su descontento repetidas veces.

Si bien es cierto que en el MWC todo crece exponencialmente, este tipo de conflictos se suceden a lo largo de todo el año.

En esta misma línea, Lluís Berbel, atribuye los conflictos actuales a que las VTC’s “tendrían que ser servicios especiales y por eso el ROTT (el Reglamento de la ley de Ordenación de los Transportes Terrestres) garantiza, en teoría, una proporcionalidad justa, pero todo eso ha dejado de ser así”, explica.

VTC haciendo de VT

“Por ley, los vehículos tienen que volver a la base cuando acaban los servicios y salir cuando vuelvan a tener un servicio contratado, pero a nosotros nos pedían que, si podíamos, diéramos vueltas por las calles o nos detuviéramos cerca de hoteles, estaciones y zonas con bastante tráfico de gente para intentar captar a más clientes”. Así es el modus operandi de Cabify según David, que estuvo trabajando casi un año en Madrid. Por su parte, la compañía mantiene que el uso de la aplicación móvil no se puede considerar captación de pasajeros y que, por lo tanto, actúan según la normativa vigente.

Sector unido en la misma “lucha”

El sector está compuesto por una amplia lista de asociaciones con ideales diversos, pero estos agravios se han convertido en su punto de encuentro. Un punto de encuentro que es compartido también con las asociaciones de VTC tradicionales, las cuales también sufren en su propia piel la competencia desmesurada. “El sector VTC convencional nos ha dado todo su apoyo desde el principio porque eso también les afecta de pleno a ellos”, narra Álvarez.

De hecho, la manifestación convocada para el próximo jueves no será tan sólo de los taxistas, ya que también participarán VTC para “ir todos a una”. “Unidos tenemos más fuerza”, gritan desde Elite. El presidente del STAC también se suma a esta proclama y añade que “no podemos permitir que se introduzcan en el mercado sin cumplir el reglamento”. Desde el VTC, Cazcarra proclama que “¡esto nos implica a todos!”.

Si todo va sobre lo previsto, el Tribunal Supremo se manifestará a mediados de este año y su sentencia determinará cómo concluye toda la historia. Aunque, tal como asegura Álvarez, dependiendo de la respuesta, puede ser que el problema “acabe de empezar”.